Mes de la patria

Por TAHIRA VARGAS GARCÍA 

En medio del remosamiento de que es objeto el Parque Indepedencia, en todo este mes de Febreo, ciento de ofrenda floral se ha depositado en el altar de la Patria. Santo Domingo, República Dominicana Foto : Orlando Ramos/Acento.com.do Fecha: 25/01/2014

La celebración del mes de la patria ha estado marcada por la reducción de la patria a la bandera, el himno y los padres de la patria (con énfasis especial en Juan Pablo Duarte). Esta reducción provoca una desconexión con lo que realmente es nuestra patria desde el territorio en que residimos y desde el arraigo hacia este territorio en sus recursos naturales, su belleza, su gente y su historia.

Si bien el reconocimiento del inicio de la era republicana con la Independencia Nacional es importante. están ausentes en ese reconocimiento los valores que promovía el grupo independentista, que incluye a hombres y mujeres jóvenes vinculados a la Trinitaria con el liderazgo de Juan Pablo Duartem que desarrollaron un movimiento social con contenido artístico-cultural donde se promovían valores fundamentales como: justicia, igualdad, libertad y respeto.

Estos valores lamentablemente no tienen eco en la celebración patriótica sino que por el contrario se han distorsionado hacia la promoción del odio, la discriminación, la injusticia y el maltrato hacia personas inmigrantes haitianas en el país con la justificación de que “ellos nos invadieron” lo que no ocurre contra otras inmigrantes españoles (España nos invadió dos veces, la segunda vez posterior a la de Boyer-Haití) franceses ni norteamericanas (Estados Unidos nos invadió dos veces, 1916 y 1965).

La responsabilidad social que tenemos de continuar este legado supone revisar nuestra práctica cotidiana de justicia y equidad con todas las personas que viven en nuestro territorio

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Las actitudes que existen hacia las personas norteamericanas y españolas son de desvinculación total hacia lo que hicieron los gobiernos de sus países de origen en distintos momentos históricos con nuestro país y con nuestro pueblo. No se promueve odio hacia los españoles por las matanzas y violaciones de las poblaciones indígenas y africanas en el proceso de colonización ni tampoco por las matanzas de nuestra gente durante la anexión a España desde 1861-1863. Lo mismo ocurre con las personas de nacionalidad norteamericana. No se le maltrata verbalmente ni se le reclaman las invasiones y matanzas de 1916 y 1965 por los Estados Unidos.

¿Por qué no se asumen esas mismas actitudes de desvinculación que se tienen hacia españoles y norteamericanos inmigrantes de las invasiones de sus naciones, con el pueblo haitiano y la ocupación de Boyer en 1822?

La promoción del odio hacia el pueblo haitiano bajo la justificación de que fuimos “invadidos” por ellos ha estado relacionada a la celebración de la independencia desde la «Era de Trujillo» con un claro objetivo de promoción del odio y la exclusión de la mirada hacia la verdadera independencia-Restauración para poder promover la “hispanización” desde la distorsión de nuestra historia. Un objetivo que continuaron los gobiernos siguientes porque favorece la división entre dos pueblos que comparten una misma isla.

El uso de una visión supuestamente nacionalista que defiende nuestro territorio de supuesta invasión de Haití ha excluido la presencia extranjera en los sectores económicos importantes como son las extracciones de minerales incluyendo el oro que está en manos de compañías extranjeras, así como los consorcios hoteleros, sector comercial , producción de azúcar y otros renglones de agroexportación.

¿No resulta irritante ni preocupante para quienes enarbolan la bandera del nacionalismo-patriotismo extremo el que muchas de nuestras riquezas estén en manos de grupos extranjeros y/o descendientes de extranjeros?

Hoy más que nunca reflexionar sobre la patria supone retomar el lema de la justicia y la equidad que nos dejaron como legado mujeres y hombres que lucharon por una patria libre, soberana, sostenida en la igualdad y el bienestar de nuestro pueblo. La responsabilidad social que tenemos de continuar este legado supone revisar nuestra práctica cotidiana de justicia y equidad con todas las personas que viven en nuestro territorio y que sufren cada hambre, discriminación, violencia, irrespeto a sus derechos y exclusión social. Igualmente con una práctica continua de maltrato hacia nuestra fauna y flora con el uso indiscriminado del plástico y sustancias que contaminan nuestros ríos, playas y nuestra tierra sin una cultura ciudadana de preservación de nuestra riqueza natural y de nuestro futuro

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