Miguel agradece «la oportunidad de despedirse» en el Comerica Park

DETROIT — Miguel Cabrera dijo el jueves por la mañana que no estaba seguro si se conmovería durante su último estreno de temporada en casa con los Tigres. Quería concentrarse en el juego. Pero cuando una leyenda deportiva de Detroit te pide que salgas al terreno, es difícil negarse.

Y si son tres los astros que te llaman, buena suerte.

Es cierto que el gesto fue coreografiado, ya que la ex estrella de los Red Wings Nicklas Lidström, el ex León Calvin Johnson y ex miembro de los Pistons Ben Wallace — todos Salones de la Fama en su respectivos deportes — se detuvieron antes de hacer sus pitcheos ceremoniales y miraron hacia el dugout de los Tigres buscando a Cabrera, quien había sido ovacionado por un público de 44,650 personas en el Comerica Park unos minutos antes durante las presentaciones de los equipos. Fue imposible no captar el simbolismo e igual de difícil olvidar la imagen.

“Obviamente salir al terreno es especial”, dijo el compañero de equipo y oriundo de Detroit, Eric Haase, “pero al ver a esos muchachos allí, fueron una gran parte de mi niñez”.

Los lanzadores de los Tigres Casey Mize y Tarik Skubal recibieron los primeros pitcheos de Johnson y Walla respectivamente. Ambos pitchers sabían que Cabrera sería invitado al terreno para la ceremonia, pero ninguno sabía de el venezolano iba a hacer un primer pitcheo.

Se notó que Cabrera disfrutó tirarle a su compañero de equipo y compatriota Eduardo Rodríguez.

“Estoy feliz por este momento. No estoy triste”, dijo Cabrera antes de la derrota por 6-3 ante los Medias Rojas. “Estoy feliz, porque han sido 21 buenos años en Grandes Ligas. Nunca doy nada por hecho. Voy a disfrutar este año, y cuando me den la oportunidad de jugar, con suerte podré hacer mi trabajo”.

En su oportunidad el jueves, Cabrera rindió. No fue un jonrón descomunal, pero aportó el tipo de hit clave que sus 20 años de experiencia y un cuerpo que pronto cumplirá 40 años pueden proveer.

“Es simplemente un bateador puro, igual que [Albert] Pujols”, dijo el manager de los Medias Rojas, el boricua Alex Cora, antes del partido. “Batea para promedio, para poder, y [tiene] esa habilidad asombrosa para impulsar carreras”.

La oportunidad de Cabrera el jueves se produjo en la tercera entrada con dos outs y corredores en las esquinas luego de que Haase y Spencer Torkelson conectaran sencillos al jardín izquierdo contra Chris Sale para preparar un enfrentamiento conocido. Entre lanzadores activos, solamente Corey Kluber se ha medido más Cabrera que Sale, una rivalidad que comenzó con la temporada de novato de Sale con los Medias Blancas en el 2010. Ningún lanzador activo ha ponchado más a Cabrera que Sale. Pero no se habían enfrentado desde el 2019, antes de que las lesiones entorpecieran la carrera de Sale.

Cabrera fue el primer Tigre que puso la bola en juego contra Sale, quien sobrevivió un primer inning de tres pitcheos en el que otorgó boletos consecutivos de cuatro pitcheos cada uno antes de ponchar a los siguientes tres bateadores. Cabrera hizo un out con un rodado para empezar el segundo inning antes de que un jonrón de dos carreras de Jake Rogers más adelante en la entrada pusiera arriba a Detroit.

Con la oportunidad de impulsar una carrera en la tercera entrada, Cabrera mandó sliders consecutivos de foul para caer en una cuenta de 1-2. Sale intentó poncharlo con una recta alta, pero quedó baja. Cabrera hizo el ajuste y atacó. No le dio duro, pero la línea de 90.8 millas por hora fue a parar al jardín central sin ser atrapada.

Al soltar el bate, Cabrera celebró brevemente. Había superado a Sale una vez más, mejorando a 17 hits en 57 turnos en su rivalidad, con cuatro jonrones y ocho remolcadas.

“Juega con alegría”, dijo Cora, “y ha sido un placer verlo jugar”.

Con su imparable número 3,091, Cabrera llegó a 1,849 remolcadas de por vida. De esas carreras impulsadas, 696 han sido con dos outs. Ningún otro integrante actual de los Tigres tiene tantas impulsadas en su carrera en cualquier situación.

El público rugió cuando Cabrera llegó a la primera base y saludó al primera base de los Medias Rojas, Triston Casas — oriundo de Miami que tenía 3 años cuando Cabrera conectó un jonrón de oro en su debut de Grandes Ligas con los Marlins en el 2003. La ventaja de Detroit no duró, pero el momento sí será recordado.

“Creo que aprecio este momento porque no muchos jugadores en el béisbol tienen la oportunidad de despedirse”, dijo Cabrera. “Tengo la oportunidad de decir que va a ser mi último año. Voy a disfrutar el último recorrido, como dice la gente. Siempre le doy gracias a Dios porque me dio la oportunidad de disfrutar este momento”.

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