No hay novedad, señora baronesa

Miguel Guerrero

Si de algo puede ufanarse el Gobierno es de su innegable y terca pasión por el secreto. A más de una semana de la firma de un controvertido acuerdo entre el Ministerio de la Mujer y su equivalente español, relacionado con los derechos sexuales de la infancia, que pudiera entenderse como una aceptación tácita de la pedofilia, la población carece de información sobre el caso.

El Gobierno construye un muro en la frontera, como una de las medidas anunciadas para detener el tráfico y la inmigración ilegal de haitianos hacia esta parte de la isla, que ya alcanza una categoría de ocupación virtual. Pero no se le ha informado al país qué compañía lo construye, cuánto costará la obra, cuánto ha costado hasta ahora, a qué nivel se encuentra y cuándo será terminada. Nadie sabe, además, si la obra fue diáfanamente licitada, como ordena la ley en contratos de esa naturaleza y monto.

Legisladores de las provincias fronterizas se han quejado de un rediseño del trazado del muro, que supuestamente enajenaría una amplia área de más de 10 kilómetros cuadrados que quedarían bajo soberanía haitiana y ninguna fuente oficial se ha molestado en aclarar esas inquietudes. Lo mismo ocurre con las obras de desarrollo turístico en la provincia de Pedernales, donde, según denuncias de personalidades del lugar, de cada 10 trabajadores empleados en esos proyectos ocho son haitianos en situación de ilegalidad en esa provincia.

El silencio oficial sobre las quejas de la población me recuerdan aquella vieja canción, que tanto escuché en mi niñez, cuyo texto dice: “No hay novedad, señora baronesa, no hay novedad, no hay novedad. Lo que pasó es que anoche cayó un rayo y del palacio hizo un solar. Por lo demás, la cosa está tranquila. No hay novedad. No hay novedad. No hay novedad”.

Fuente El Caribe

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