“Nosotras apoyamos las causales por lo vivido, por lo sufrido, por lo padecido”

Dirigente juvenil de CONAMUCA pondera la despenalización social del aborto como uno de los logros de la lucha por la inclusión de las tres causales en el Código Penal

Por Isaolym Mieses

Si algo bueno está dejando desde ya el polarizado debate en torno a la inclusión de las tres causales del aborto en el Código Penal dominicano, el cual se encuentra el proceso de modificación, es la experiencia vivencial y el ejercicio de luchar por la defensa de los propios ideales y valores. De un lado y otro. 

Así confiesa sentirse Katherina Cabrera Cordero, dirigente juvenil de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas (CONAMUCA), una de las numerosas organizaciones que ha tenido la voz cantante en el esfuerzo para “impulsar que en República Dominicana se ofrezca una mayor garantía a los derechos a la vida, salud y dignidad de las mujeres”.

Junto con un puñado más de mujeres y varones jóvenes organizados provenientes del sector campesino, Katerina se incorporó al Campamento que por 73 días se mantuvo frente al Palacio  Nacional en demanda por la inclusión de las Causales del aborto en el Código Penal.

Desde allí, activistas provenientes de diferentes organizaciones colaboraron buscando  incidir para que ese compendio de normas a ser acordado por los dominicanos no penalice la interrupción del embarazo cuando esté en peligro la vida de la mujer, cuando sea fruto de una violación o incesto, o cuando científicamente se haya confirmado incompatibilidad con la vida fuera del útero de la madre.

Para Katherina, una de las ganancias más importantes de todo este proceso ha sido la despenalización social del aborto. Y como ella tiene la visión puesta en luchar por la caída del patriarcado, valora el hecho de que cada vez más y, a raíz de esta lucha,  hablar de aborto ha dejado de ser un “pecado”. 

Ella conoce bien el dato: Las encuestas dan cuenta de que la mayoría de la población dominicana está a favor de las causales y, como dirigente comunitaria, le consta cómo las y los jóvenes sensibilizados en el proceso han hecho un trabajo importante multiplicando lo aprendido en sus comunidades, sensibilizando con ejemplos.

En 2018, la Encuesta Nacional sobre Aborto publicada por la firma Untold Research, con sede en Estados Unidos, detectó que 79 % de los dominianos y dominicanas apoya que no sea criminalizado el aborto cuando la vida o salud de la mujer están en riesgo; el 76 % cuando el embarazo no es viable, y un 67 % cuando el embarazo es producto de violación o incesto.

Desmontar la doble moral que existe en torno al tema se ha venido logrando a través de los procesos formativos, explica. “Y por eso creo que ha sido algo muy importante que la organización a la que pertenezco asumiera el tema, a partir del análisis de por qué nosotras las mujeres campesinas debemos apoyar la lucha por la despenalización del aborto en tres causales”.

Es un cambio de paradigma que toma su mayor fuerza desde la experiencia misma, según explica ella. Las mujeres campesinas, en especial las jóvenes, se suman a esta lucha por la vía de la experiencia. 

Explica que aunque en República Dominicana esta lucha se viene dando desde finales de los 90, ha sido en los últimos años cuando mayor fuerza ha tomado y en eso, entiende, ha incidido la energía aportada por la juventud. Una juventud que ha hecho conciencia de que “si no podemos tener el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas, sobre nuestra salud y nuestra dignidad, entonces no tenemos derecho a nada”. 

Mortalidad materna

“Para que República Dominicana sea un estado que garantiza derechos, debe comenzar por garantizar los derechos históricamente negados a nosotras las mujeres. En especial a las que somos más vulnerables”. 

En CONAMUCA lo tienen muy claro: “Las ricas abortan y las pobres seguimos muriendo en los campos por falta de conciencia política, porque no estamos hablando de un tema religioso. Estamos hablando de un asunto que el Estado debe garantizar”. 

El Colegio Médico Dominicano (CMD) y la Asociación Nacional  de Enfermeras (ASONAEN) en el mes de abril de este año realizaron una rueda de prensa dentro del contexto del Campamento de las causales, con el objetivo de marcar su posición en torno al tema. En esa ocasión destacaron que en las maternidades del país diariamente se hacen “más de 20 procedimientos de legrados y aspiraciones endo uterinas por abortos incompletos provocados de manera insegura”. 

En ocasiones, dijeron los profesionales de la salud, estos procedimientos dejan lesiones permanentes que hasta pueden  llegar a la pérdida de la vida.  “República Dominicana es uno de los cinco países en América que prohíbe las tres causales provocando un aumento de la mortalidad y morbilidad materna lo que nos sitúa como uno de los países con peores indicadores en salud en la región y el mundo”.        

Katherina pertenece a la población a la que toca conocer en carne propia esta fatal estadística. En su círculo más cercano le tocó vivir el caso de una prima a quien la obligaron a culminar un embarazo cuyo fruto ya estaba científicamente diagnosticado con una deformación cerebral incompatible con la vida. La familia tuvo un mayor gasto económico con el dilatado proceso y la prima quedó marcada con una cesárea y un trauma que hubiera podido ahorrarse.

“¿Cuántos casos hay como esto que le pasó a mi  prima? Y,  ¿cuántas mujeres han perdido su vida en el transcurso de llevar a culminación un embarazo que la ciencia ha dicho que no se podía pero el Estado dice que sí?, tomándose una atribución que no le corresponde. A eso le llamamos violencia directa del Estado”

Las mujeres del campo no pueden seguir obviando las situaciones por las que atraviesan, viviendo en comunidades remotas y con difícil acceso a centros de salud, analiza. “Si una mujer llega con un aborto incompleto a un hospital, fácilmente la dejan desangrar en el proceso de investigación. O sea, es más importante lo que pueda pasar con el feto que lo que pueda pasar con la vida de nosotras las mujeres”. 

Por otro lado, dice, el Estado no puede obligar a una mujer o a una niña a parir el fruto de una violación o un incesto. Eso debe ser decisión de la niña, de la mujer, de la familia. “Esas son las razones que nos han motivado a estar en esta lucha. Estamos involucradas en estos procesos por lo vivido, por lo sufrido, por lo padecido”. 

“Sabemos lo que queremos”

Katherina Cabrera y sus compañeras de lucha consideran que República Dominicana tiene que salir ya de ese rol, de seguir condenando a la vida, la salud y la dignidad de mujeres y  niñas. “Cuando tú hablas de democracia debes hablar de democracia para todas las mujeres de forma igual. No puede ser una democracia para la hija de un legislador que tiene un seguro privado, o que se puede ir a un país donde sí son garantizados esos derechos y a nosotras que nos toque el Juan Pablo Pina, aquí en San Cristóbal, donde nuestra vida va a correr peligro porque no podemos tomar una decisión adecuada. Tenemos que recurrir a las hierbas, a la percha”.

Cuenta que fue a partir de una reflexión realizada a lo interno de la organización que las integrantes de CONAMUCA decidieron asumir las tres causales, porque se saben las más vulnerables. Más aún cuando son negras, lesbianas, de los bateyes, y de los barrios más empobrecidos. 

“Cuando supimos que se iba a someter el proyecto de Código Penal sin las causales, nos reunimos y decidimos que teníamos que hacer algo que realmente marcara nuestra posición. Decidimos formar parte del Campamento frente al Palacio Nacional contando con compañeras provenientes de diferentes partes del país, quienes se integraron al grupo que se quedaba haciendo guardia por las noches. Entendemos que en esta lucha vamos en busca de jugarnos el todo por el todo por nuestra salud”.

CONAMUCA es una de las organizaciones feministas que más mujeres moviliza, y eso se ve en cada una de las manifestaciones que se realizan, asegura Katerina.  “El liderazgo que juega CONAMUCA ha sido fundamental. Principalmente el posicionamiento de la juventud campesina cómo se involucra y cómo ha impulsado esa despenalización social del aborto dentro de las comunidades”.  

Aclara que la cosa no es como la quieren pintar. “Los jóvenes del campo no somos atrasados. Somos sinónimo de lucha, de resistencia y de que sabemos bien claro lo que se vive. Sabemos lo que es no tener agua, no tener  luz,  lo que es pasar hambre, lo que es echar un día en un conuco por 200 y 300 pesos y luego no tener con qué transportarse a la universidad. También sabemos qué se vive cuando tienes una compañera que presenta una de estas circunstancias de las causales. Lo que nos motivó a participar en este proceso fue precisamente el conocer la realidad y el tener eso bien claro”. 

Hoja de vida

A pesar de su corta edad, Katherina Cabrera Cordero cuenta con una experiencia de muchos años de lucha a favor de igualdad y más justicia hacia las mujeres. Para ser más precisa, ella asegura que su debut en el activismo político se remonta a cuando estaba dentro del vientre de su madre, Benita Cordero Vizcaíno, conocida como “Tania”, una de las dirigentes fundadoras de CONAMUCA.

Todo ese entrenamiento debió ser parte del motor de su firmeza de carácter y de la seguridad con que se expresa y se define: “Soy estudiante de enfermería, campesina, afrodescendiente, madre de Adrian, de un año y siete meses, y estoy casada con José Alberto Rodríguez”.

De modo que esta dirigente juvenil con proyección internacional se crió en el activismo, participando en las capacitaciones de la organización y acompañando a su mamá a las manifestaciones. Con el tiempo, “Conamuquita”, como le llaman las compañeras de la generación de su madre, además de haberse convertido en la Encargada de la Juventud en CONAMUCA (desde 2014), le ha tocado dirigir la rama juvenil en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), en el periodo 2015-2017, y participar como delegada en la organización internacional Vía Campesina. 

Con una risa explosiva confiesa que lo que más le gusta hacer en la vida es vociferar. “Quiero que se conozca la falta de derechos que sufrimos de parte del Estado. Que no somos un Nueva York chiquito como nos han querido vender. En este país hay comunidades que no cuentan con estudiantes universitarios entre sus pobladores, y que ni siquiera tienen los servicios básicos”.

De todas formas, se mantiene en ella con fuerza la llama de la esperanza. “Mi gran sueño es vivir en una RD más consciente, con un Estado que garantice derechos, que vele por los derechos de todos, todas y todes.  Sueño que el Congreso anunciará que va el Código con las tres causales y que las mujeres lo vamos a celebrar con una gran fiesta. Algún día lo lograremos”.

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