Odio es mal asesor político

Alfredo Freites[email protected]

 Los mayores errores en polí­tica se cometen cuando el odio o el rencor toman el mando por eso el pasado gobierno será material de estudio para mostrar cómo el odio y el rencor se unie­ron para desplomar una ad­ministración que tenía todo para continuar porque tenía un partido con amplias sim­patías y el control del poder.

Eran esas ventajas las pa­trocinaban el desparpajo con que actuaban los fun­cionarios civiles y militares que defraudaban el Estado como si lo noche no tuviera final.

Un detalle curioso de es­tas operaciones delictivas es que los corruptos invo­lucraban o mezclaban a parientas y amigos en su borrachera de robos. Los involucrados crearon va­riadas formas empresa­riales para defraudar y no

 se tomaron las molestias de poner a sus familias a cubierto, sino que por el contrario involucraron a madres, hermanos, her­manas, cuñadas, en fin, to­do tipo de parientes.

Actuaron con total desca­ro porque se creían en con­trol de todo y una mirada al actuar de Danilo Medina y uno de sus voceros Jean Alain Rodríguez, muestran palmariamente que esta­ban embriagados del poder creyendo que el dinero lo revolvía todo y que Leonel Fernández seguiría acep­tando atropellos para man­tener unido al PLD.

Ningún análisis permite entender cómo el odio nu­blo la razón de Danilo un político veterano, o cómo el rencor en Jean Alain lo im­puso al atropello de una da­ma, jueza altas cortes. Esto es material de estudio aho­ra que paso a paso la justicia se abre paso.

Se supone que los mayo­res casos de corrupción es­tán en lista de espera. El mi­nisterio público va quitando las muelas al cangrejo, pero el crustáceo sigue libre y co­mo todo bentónico se arras­tra en el fondo oscuro.

El país lleno de asco su­fre ante la situación econó­mica que se pone cada día más difícil mientras los da­nilistas son mostrados co­mo acaudalados hombres del bajo mundo que por te­ner miles de millones de pe­sos creían que la impunidad seria eterna. Los que están presos deben odiar la torpe­za de Danilo.

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