Ómicron: no hacer nada y dejar que pase no parece la mejor opción
Por Manuel Jiménez
Apostar al contagio masivo buscando la inmunidad de la población frente a la agresividad de la variante Ómicron del Covid-19 parece un riesgo no muy bien calculado por los expertos del gobierno, tanto en lo sanitario como en lo político
Primero llama la atención un estudio divulgado en diciembre pasado por el Imperial College de Londres, un órgano que lidera uno de los asesores científicos del gobierno británico, Neil Ferguson, de que la “inmunidad que se genera de forma natural tras una infección de Ómicron es muy limitada”.
El estudio establece, además, que la ‘tasa’ de protección está en el 19 por ciento, un índice notablemente inferior al de anteriores virus, lo cual explicaría la rápida expansión entre la ciudadanía”. Otro detalle a tomar en cuenta, según esta investigación, es que el riesgo de reinfección es 4.5 veces mayor con Ómicron que al de con otras variantes como Delta, por ejemplo.
Si se analiza el comportamiento y las más recientes declaraciones de las autoridades del gobierno encabezadas por el Presidente Luis Abinader, se llega fácilmente a la conclusión de que la decisión es “no hacer nada” y de forma estratégica asumir posiciones públicas que envíen alguna señal a la población de “preocupación”, pero en definitiva con una actitud practica de “dejar que esto pase”.
“La población ha sufrido mucho”, razonó recientemente el jefe de Estado, y el lamento no se sabe si viene por los 4 mil 255 muertos y 451 mil 185 infectados desde los inicios de la pandemia o si, por el contrario, por las restricciones impuestas para evitar el aumento de los contagios y que impacta a una población, especialmente el núcleo de negocios que se aferra al principio de libertad y apertura económica.
La ausencia de iniciativas oficial se explica, de acuerdo a lo expuesto públicamente, a la baja letalidad de Ómicron (ya Perú registró la primera víctima mortal por esta variante) a pesar de su agresividad en términos de contagios. La conclusión es de fácil aritmética: nos estamos contagiando a niveles récord cada 24 horas, pero no nos mata….sencillo.
Sin embargo, junto al incremento de casos, la tasa de ocupación hospitalaria ha registrados aumentos variables en las última semanas, aunque justo es reconocer que en el último boletín se redujo prácticamente a la mitad en relación a los reportes anteriores (de 46 a 26%), pero en un marco donde el Colegio Médico Dominicano advierte de “crisis hospitalaria” por el ausentismo que genera en los centros asistenciales el alto número de profesionales de la salud contagiados.
La decisión de reapertura de la docencia presencial se inscribe en esta línea, en “dejar que esto pase”, pues sin tomar en cuenta que enero es un mes “prodigioso” en términos de días festivos, se entendió que era imperativo volver a las aulas, justo cuando infectólogos y neumólogos están llamando la atención sobre el alto número de niños contagiados que registran las últimas semanas.
Margarita Santana, ex presidenta de la Sociedad Dominicana de Infectología, asegura que ocho de cada 10 niños que acuden a su consulta tienen covid-19, el doctor Clemente Terrero, director del hospital infantil Robert Reid Cabral, reveló que la sala de internamiento para pacientes infectados “está repleta” y como medida de emergencia se decidió habilitar una sala adicional ante la expectativa de que los casos sigan en aumento. ¿Y entonces?
Clemente, incluso, llama la atención de que esta variante, según su percepción, tiene mayor predilección por los niños que otro tipo del virus. Los niños, en estos casos, son una especie de eje transversal: se contagia en la escuela y enferman al resto de la familia, como llueven los casos.
Se apuesta a la vacunación para encarar la pandemia, en especial el Ómicron (y esto desde el punto científico, es la mejor opción), pero volvamos a los resultados del estudio del instituto británico: “Los niveles de anticuerpos neutralizantes para prevenir la infección por Ómicron se han reducido y se prevé que la eficacia de la vacuna contra la enfermedad grave disminuya”.
En conclusión, con esta pandemia, nada está escrito y lo que está escrito se borra de la noche a la mañana. Apostar a no hacer nada y a dejar que esto pase nos puede conducir a un círculo vicioso del que no saldríamos por ahora y, probablemente, de consecuencias impredecibles. No alarmo ni juego a la pitonisa, solo cito los hechos y la dramática realidad que viven otros países donde sí se reanudan medidas de confinamientos y donde esta nueva variante ha colocado en crisis diversos tipos de servicios. Ejemplo: Estados Unidos.