Pandemia y normalidad
Angel Barriuso
He estado convencido de que con el discurrir de la pandemia provocada por el Covid 19, el mundo asumiría cambios importantísimos precisamente a veinte y dos años de este siglo XXI, siglo que viene heredando y asume distintas revoluciones tecnológicas. Y pronto choco con una realidad de nosotros los humanos: el retorno a la normalidad.
¿Lo recuerdan? Muchos de nosotros repetíamos que jamás nada sería igual. Sin embargo, tan pronto disminuye la tasa de contaminación ahí estamos en las calles sin mascarillas y rechazando todo intento de distanciamiento. Sigo y queremos seguir “juntos y reburujados”. Y aunque algunos digan “un poquito para atrás, por favor”, hay una resistencia a asumir nuevos modelos de comportamiento social.
Se ha escrito que el virus del SIDA modificó modelos sociales y que igual ocurre a partir de la presencia tan mortal del Covid 19. Ciertamente que en materia económica, el Covid ha sido como un huracán, destruyendo a su paso toda edificación débil o vulnerable, no así el SIDA. Por lo pronto, hemos visto negocios cerrar sus puertas y otros transformándose para adaptarse a las circunstancias. Y parece que en todas partes del mundo ha sido igual, con un aumento significativo de las ventas a través de la Internet o por medio de celular o móvil.
Retornan las citas o encuentros sociales, y núcleos familiares vuelven a las reuniones en grupo en sus casas, cual si estuviéramos recuperando el tiempo perdido. Sin embargo, ¿qué ocurre con el mundo industrial, con nuestras oficinas o centros laborales? ¿Avanzó para quedarse entre nosotros el trabajo desde nuestras casas o través de la Internet? ¿Hemos vistos cambios importantes en nuestras escuelas y universidades a partir de su experiencia con este Covid 19?
Los economistas nos dirán que el paso del Covid 19 debió llevarnos a todos a profundas reflexiones en torno a costo y oportunidad. Veamos algo: las escuelas y universidades, igual que otros negocios, ¿querrán lo presencial eternamente? Parece que sí. No obstante, el bajo costo que representa versus la oportunidad de desarrollar nuevas metodologías de la enseñanza mediante el recurso de “lo no presencial”.
Restaurantes, bares y otras actividades económicas similares, ¿qué cuánto podrían cambiar o transformar sus esquemas si la mera presencia masiva de parroquianos sugiere mayores beneficios que racionalizando sus espacios físicos o cerrando las puertas? La normalidad tiene cara de hereje. ¿Verdad? ¿Qué dices tú?
La industria automotriz y negocios que requieren de la mano de obra, ¿qué podrían cambiar? Bueno, hace mucho tiempo viene discutiéndose el desarrollo de la robótica, algo que estimo se logró significativamente. Sacar a las personas físicas (mano de obra humana) para darle paso a los robots representa eficiencia a bajo costo y niveles extraordinarios de productividad, sólo que tendríamos un montón de personas sentados en sus casas o parques quizás recibiendo una irrazonable pensión o consumiendo su liquidación o viviendo de la seguridad social hasta un punto….porque si los ingresos son tan limitados en el hogar, ¿qué sentido habría de aumentar la producción o productividad por la robótica cuando el consumo habrá bajado en los hogares o en las calles? ¿Nos imaginamos esa sociedad robótica ante el desempleo?
Nuestros gobiernos pujan por el retorno a la normalidad, muy a pesar de la amenaza latente que representa el Covid 19 y sus múltiples mutaciones, sin importar el alcance de vacunas que por el momento amortiguan el impacto del virus pero jamás lo elimina. ¿Por qué de pronto lanzarnos a las calles? ¿Por qué nos empujar a una normalidad? Porque sencillamente se detiene la economía, y tenemos que producir lo que habremos de consumir hasta tanto llegue a nuestras mesas alguna modalidad alimenticias, cual astronautas en el espacio. Algo así como aguacate encapsulado.
Empleos, coste/o versus oportunidad, lo mismo decir que amenaza y oportunidad, debilidades y fortalezas, fórmulas de principios del siglo XX que continúan entre nosotros, en manos de los planificadores en contra de los conflictos sociales que terminan en crisis políticas, de gobernabilidad y gobernanza. Obvio, las revoluciones tecnológicas o cibernéticas las provocamos para emprender nuevas rutas de evolución humana, y si bien nuestras rutinas, muchas de las cuales habremos modificado conscientes o inconscientemente, nos parece el soplo de la respiración, lo que hemos vivido en el tránsito del Covid 19 habrá dejado huellas, sacudiones… y habrá quienes hoy están entre la espada y la pared, reinventándose. Y hacen bien. Reinventarse.