Pandemonium con reformas
Guillermo Caram
Se está creando un pandemónium, un avispero, alrededor de las reformas apenas anunciadas, aún por elaborar.
Llueven propuestas, proliferan reacciones sin planteamientos alternativos que pudieran afectar nuestra economía y hasta los 58 años de democracia ininterrumpida que hemos tenido.
Anticipan rechazo sin ponderar eventuales beneficios. P.e.: Las reformas constitucionales del 1994 que instituyeron 50%+1 y doble vuelta electoral, beneficiaron al PLD, que se replegó, sigilosamente, de las negociaciones llevadas a cabo por PRD y PRSC.
Otros se oponen anticipadamente a reformas económicas, sin ponderar responsabilidades para reorientar economía y alcanzar sostenibilidad en crecimiento, mejorar distribución, generar más y mejores empleos, aumentar competitividad vía mayor competencia, reducir informalidad y aumentar sostenibilidad fiscal. Lo hacen con declaraciones de barricadas, incendiarias. Renuncian a discutirlas como para fustigarlas después. Renglones se visten de gallinas de huevos de oro para “blindarse” y/o procurar incluso beneficios adicionales. Lluvia de propuestas y proliferación de reacciones dificultan discusiones.
No se pondera que el avispero que se está creando afecta nuestra democracia y economía.
Empeora clima político para atraer inversiones, financieras y directas, nacionales y extranjeras, propulsoras del crecimiento.
Podría llevar a la extinción de lo que resta del sistema de partidos después de reducirse PRSC y PRD a mínima expresión, con PLD desafiado judicialmente a sobrevivir por involucramiento a hechos dolosos.
Podría arrastrar incluso al PRM, si es que no pone de su parte, como contraparte a exigencias que la población y agentes económicos pudieran formularle al debatir reformas.
Evitarlo requiere del PRM y gobierno moderar autosatisfacción y autosuficiencia; desistir de aspiraciones 2028 para centrarse en gobernar bien, frenando proselitismos ultra prematuros; abandonar práctica de gobernar a futuro, distrayendo atención a necesidades presentes; abstenerse de gobernar mediáticamente, anunciando soluciones, forjando ilusiones y espejismos, como respuestas a problemas inmediatos; asumir responsabilidades y competencias de cada instancia gubernamental en lugar de sobrecargar investidura presidencial y su casa, el Palacio.
Y comedimiento al manejar recursos para revestirse de autoridad moral al exigir sacrificios a agentes económicos y ciudadanos que puedan derivarse de reformas.
Hoy