¿Para qué sirve un seguro “full”?
Altagracia Paulino
Atraído por la publicidad y los beneficios que supone la compra de un “seguro full”, quien adquiere un vehículo nuevo lo primero que procura es una póliza con la garantía de que la inversión se recupere, en caso de daños ocurridos mientras esté al amparo del contrato.
Los compradores entendemos que ante cualquier problema el valor del daño se recuperará sin ningún tipo de trauma. Sin pensarlo mucho, sin leer las cláusulas y letras chicas, se rubrica el convenio y se va satisfecho de haber hecho algo que le dará mucha tranquilidad por un año, que es la duración de la póliza
Resulta que cuando ocurre algún percance y se hace necesario reclamar, ¡oh sorpresa!, aparece el “deducible”, del que poco se habla mientras se negocia.
Si el agente lo hubiera explicado antes, el cliente se decantaría por el seguro de ley y no por uno especial donde se supone que la palabra “full”, prestada del inglés, implica cobertura total.
A menudo, quien ha invertido en un automóvil nuevo lo cuida mucho, pagando un buen seguro puede pasar años sin tener que usarlo y a veces nunca tiene que acudir al reclamo, pero no siempre ocurre así, y cuando sucede hay que pagar como deducible casi lo que cuesta el inicial de otro vehículo nuevo.
Ocurre que en las pólizas de seguros abundan las “letras chicas” que son en sí una cláusula abusiva porque obligan a una lectura pesada, casi inentendible, con términos larguísimos que te remiten a convenciones que el consumidor no entiende y que debía saber al firmar el referido contrato.
Hice una revisión de una póliza y no vi detalles, como el robo de la goma de repuesto con su aro. La de una 4runner del 2015, por ejemplo, de la Toyota, cuesta 83 mil pesos; si se la hurtan, usted debe pagar el 25?% del valor total más de 20,000 pesos.
Lo primero, es un precio exagerado, 83 mil pesos podría ser parte del “inicial” de un vehículo nuevo adquirido en una de las ferias que realizan los bancos cada año.
Con la verificación del contrato comprendí que debe detallarse la cobertura en cuanto a piezas robadas, se debe ser específico y no dejar el criterio de pérdida por sustracción sin clarificar, qué cubre, y en qué proporción.
Otra observación, los requisitos para el reclamo deben ser abreviados para evitar pérdida de tiempo y otras molestias.
Muchos no reclaman porque el deducible a veces se aleja de las posibilidades del asegurado, quien debe hasta endeudarse para poder completar la suma total del reemplazo.
La Superintendencia de Seguros debería intervenir para una revisión de los contratos de seguros y para que haya mejor información a los usuarios.
Las exclusiones deberían estar en letras grandes y no en chicas, para una mejor transparencia; debería haber más detalles en las coberturas por daños colaterales como el robo de los retrovisores, la goma de repuesto, puertas y ventanas, y así evitar que los ciudadanos acudan al mercado de los “repuestos robados” a reponer las piezas sustraídas porque las pólizas no precisan si están cubiertas.