Parte 1: ¿Por qué votamos para ser pobres?

Samuel Luna

Votar en la República Dominicana es una travesía incierta, es como irse en yola a Puerto Rico, no sabemos si llegaremos o moriremos. Votar es un acto de fe, porque se basa en una certeza que esperamos, en un convencimiento de algo que no podemos visualizar debido a la corrupción visible y palpable. Votamos y al mismo tiempo estamos más que conscientes que nuestro voto, es depositado en una urna de humo, frágil y vulnerable. Sin embargo, también debemos mencionar que en los últimos años el proceso electoral se ha cristalizado y ha mejorado. El pueblo está más alerta y hemos tomado más precauciones.

¿Por qué votamos para ser pobres? Cuando votamos es con la esperanza de que nuestros gobernantes ejerciten el poder referido, y así, generar riquezas. Esas riquezas deben ser medibles en cada paraje, sección, municipio y provincia de la República Dominicana. Cuando un diputado o un senador entrega un cheque a una persona o a una comunidad para suplir algún problema de cualquier índole, lo que está expresando ese congresista es que nuestro sistema legislativo no es funcional, se está revelando la pobreza y la disfuncionalidad de los tres poderes del Estado dominicano. Cuando un alcalde, alcaldesa o congresista se nutre del clientelismo para permanecer en el poder, la acción concreta de dicho “servidor público” nos dice que está destruyendo los fundamentos de la democracia y la libertad de expresión de los ciudadanos. Es como que el pueblo le dio una licencia a dicho “servidor” para destruir, arrancar y maltratar; en otras palabras, para engañar.

¿Por qué votamos para ser pobres? No votamos para ser pobres, deberíamos votar para levantar la dignidad de cada persona que resida en territorio dominicano. El pobre debe entender la responsabilidad de las tres ramas gubernamentales, nos referimos a los tres poderes del Estado dominicano: El Poder Ejecutivo, el Poder Judicial y el Poder Legislativo. Si exigimos de forma articulada que se haga cumplir lo que está escrito seremos una nación próspera. El problema es que este artículo solo estará llegando a las manos de unos cuantos. Es que la clase más necesitada no tiene deseo ni el acceso motivacional de leer, porque está sobreviviendo a los ataques feroces que los mantienen amarrados a un sistema sin brechas, para que no puedan escapar de su pobreza. Entonces, es el rico, el intelectual, el acomodado, el influyente, el rebelde con coordinación que debe generar las transformaciones; de lo contrario, seguiremos navegando en un barco dividido en una minoría muy rica y otra en temor y con probreza creada. Lo que muchos no entienden es que el barco tiene una ruptura, está agrietado, si no se corrige a tiempo ambos grupos caeremos en una desgracia incontrolable.

¿Por qué votamos para ser pobres? Porque nos enseñaron a vivir sumergido en la pobreza, nos mal enseñaron que Dios ama a los pobres, como si Dios fuera un pobrecito mendigo. Nos enseñaron a mentir y a disfrutar la política como un onanismo en un adolescente, que solo se excita y nada más, volviendo a su dura realidad. Porque la mayoría del político dominicano; sí, la mayoría, se aprovecha de la ignorancia y la ausencia de una masa crítica para expandirse de forma abusiva y destructiva. Porque los líderes eclesiásticos han han perdido su voz y sus acciones proféticas, a cambio de privilegios efímeros, similares a un plato de lenteja. Porque los partidos que han estado en el poder, aquel poder referido por el pueblo, se volvieron un estiércol con mal aliento, desenfrenados por el deseo al dinero que no les pertenecía a ellos. Porque vivimos en un país donde nunca ha existido un período de oro y se nos hace muy cuesta arriba pensar que podemos vivir mejor. Además, el pobre no se visualiza como un agente de cambio, se ve a sí mismo como un receptor de compasión, de pena, y ayudas del famoso gobierno que los mantienen ahogados en el punto más bajo de la pirámide social, las aguas cloacales.
Continuará…

Fuente Hoy

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