Periodismo: Credibilidad VS. Viralidad

 Pablo McKinney

Un periodista es una buena persona con un alto sentido de la justicia, vocación de servicio, cultura general y mucha curiosidad. Más que una profesión o un oficio, ser periodista es una responsabilidad y una gran oportunidad de ser socialmente útil, servir a la comunidad a través de una crónica u opinión bien contrastada y confirmada que, además, ayude al ciudadano a vivir mejor.

Lamentablemente, con las buenas nuevas que ha traído la sociedad digital, -entre ellas la “horizontalización” de la información-, también ha llegado la trivialización y banalización de esta, en donde el bien más escaso no es ya la información sino la atención, y para lograrla, nada como la explotación del morbo humano, las humanas miserias, que es lo que explica el éxito de lo que uno le ha dado en llamar Comunicación Coprológica (CP), que se viene imponiendo especialmente en el mundo digital y en las redes sociales a nivel global, y ahí están los ratings y las audiencias. Hoy, al ciudadano se le seduce más con un insulto y una vulgaridad extrema, que con un análisis conceptuoso y bien documentado.

La CP es el triunfo de la indecencia sobre la educación doméstica y las buenas formas, la gran traición de quienes han preferido olvidar la función social del periodismo quizás porque nunca supieron que existía o, peor, sabiéndolo. Nada tan dañino como un hombre culto decidido a navegar en los mares nauseabundos de la inmundicia mediática.

Es la influencia de la CP la que, parcialmente, explica la crisis global de credibilidad que padece el periodismo en general. Y es que, ante el fracaso de su modelo de negocios, una parte del periodismo ha ido tras los oyentes/televidentes/lectores, en un peligroso intercambio de credibilidad por viralidad, como me recordara en una entrevista en los madriles, el reputado profesor Manuel Campo Vidal. Solo que la credibilidad es el gran tesoro, la gran riqueza del periodismo y de los periodistas o comunicadores. Vales tanto como te creen.

El gran desafío del periodismo actual es lograr ser leído/visto/escuchado, (ser viral) sin dejar de ser creíble. Buscar la viralidad sin matar la credibilidad.

En una práctica de humildad intelectual ante el triunfo arrollador y masivo de la comunicación coprológica en nuestro país, quizás los periodistas/comunicadores deberíamos cuestionarnos y preguntarnos ¿en qué hemos fallado? Un buen tema para otros bulevares.

Listín Diario

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