Políticos ecológicos para una campaña limpia

Altagracia Paulino

Más que un «Pica Pollo» y 500 pesos, sería muy beneficioso para el medio ambiente y para los aspirantes a cargos electivos que donen envases con agua reutilizables para sus seguidores, evitando así el uso de vasos, botellas plásticas y envases de un solo uso en las calles y aceras por donde transitan.

El plástico de un solo uso y el foam son los principales contaminantes de ríos, mares y océanos, además de ser responsables de las inundaciones en las ciudades, ya que obstruyen los desagües al ser arrojados sin consideración a las calles.

Este tipo de plástico de un solo uso no está prohibido en nuestro país, al igual que el foam. Ambos materiales no se degradan en cientos de años, por lo cual han sido prohibidos en la Unión Europea, en muchos estados de Estados Unidos y en la mayoría de las islas del Caribe.

Hace unos meses, los productores locales de foam anunciaron que comenzarían la producción de un foam biodegradable en tres años. Sin embargo, al investigar sobre esto, encontramos que lo ideal sería que los productores migren hacia un modelo de producción de envases más sostenible, ya que nada que no pueda ser reutilizable debería fabricarse.

Nada se degrada por sí mismo. Para que un material sea biodegradable, debe someterse a un proceso industrial controlado, lo que podría resultar más costoso. Además, surge la pregunta: ¿Dónde serían almacenados estos desechos? El principio de que «quien contamina, paga» implica que aquellos que contaminen con foam deben recoger sus residuos y compensar por el daño causado. Al menos, este debería ser el espíritu de la Ley 225-20, que regula la gestión integral de los residuos sólidos.

Esta ley promueve la reducción, reutilización, reciclaje, aprovechamiento y valoración de los residuos, por lo que cualquier producto que no pueda ser reciclado o reintroducido en la cadena de valor no debería permitirse, de acuerdo con el espíritu de la ley.

Estos argumentos son válidos para que todos los aspirantes a cargos electivos consideren la posibilidad de unirse a la corriente de protección del medio ambiente. Los votantes también deben tener en cuenta a aquellos que ofrecen envases reutilizables. Del mismo modo, podrían adoptar la práctica que el PLD de Juan Bosch tenía: una brigada de militantes recogía la basura que generaban, manteniendo así limpios los espacios que ocupaban.

Me atrevo a proponer más: en lugar de dar «Pica Pollo» y los quinientos pesos, podrían invertirlos en envases reutilizables. Creo que ganarían el respeto y la simpatía de muchas personas, especialmente de los votantes jóvenes, que tienen una perspectiva distinta sobre los daños que causamos al ecosistema en el que vivimos.

Este planeta es único, es el único lugar donde la vida es posible, y lo hemos contaminado tanto que nuestra forma de vivir está amenazando su existencia.

Sin embargo, tenemos la capacidad de generar cambios y la actividad política podría ser una excelente plataforma para educar a los ciudadanos, al menos durante la campaña.

Alguien dijo que «no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar el pequeño rincón que habitamos». Desde nuestra isla, desde el fragmento de planeta que nos corresponde, podemos hacer mucho por el bienestar global.

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