¿Por qué tantos virus y qué hacer?

Oscar López Reyes

Virus de antaño, que castigaron severamente a habitantes planetarios, han estado en resurgimiento y nacen otros nuevos, denominados emergentes -el mundo tiene catarro, con un derrame de moco-, especialmente en los países pobres y en la población negra, que devienen en calamidades sanitarias y en crisis humanitarias y económicas.

En tiempos de las bisabuelas, las antiguas abuelas y tías, se propagaban la malaria, la viruela, el cólera, el tétano, el sarampión, el tifus, las paperas y la rubeola, y hoy en República Dominicana pululan, además de las primeras cuatro, el covid-19, el VIH-Sida, la difteria, el dengue, la leptospirosis y la influenza o infecciones respiratorias agudas transmisibles.

En las últimas décadas en la esfera global fatigan, encorvan y lastiman el lomo -por la fiebre, la tos y la insuficiencia orgánica- la chicungunya, el ébola, el Marburgo, el Naip y el Sars; las fiebres del Valle del Rift y Lassa; el ántrax y las gripes Aviar y porcina -la mayoría originada en Asia y Africa- brotan por las embestidas económicas, y por ensayos bacteriológicos, que escapan del control de los experimentadores.

Además de las patologías precitadas, actualmente en la República Dominicana está mandando a las emergencias, a las consultas y a habitaciones clínicas -otros se arriesgan con tratamientos ambulatorios-, el virus sincitial respiratorio, que provoca dolores de garganta, asma, rinitis, bronquitis y neumonía, agravado por las inundaciones de las lluvias y el polvo de Sahara.

Las enfermedades infecciosas emergentes mundiales son de alta mortalidad, y una parte no cuenta con medicamentos específicos y eficaces para su tratamiento, y a veces se resisten a los fármacos, por lo que podrían poner en peligro la sobrevivencia humana.

Los agentes causantes de estas epidemias y pandemias de elevada incidencia son cuadrúpedos e invertebrados, como gatos, perros, ratones, monos, murciélagos y mosquitos; la manipulación de tejidos de animales, la contaminación con sangre, los viajes, el uso de drogas por vía intravenenosa y el hacinamiento.

Estas infecciones bacterianas y virícas, que se reflejan en fiebre y dolores de cabeza, en los músculos y las articulaciones y otras sintomatologías, provienen del medio ambiente, los insectos-animales y los malos hábitos de las personas,
especialmente en aquellas naciones donde abundan la pobreza, la arrabalización, la falta de higiene y la ignorancia, y donde menos se cumplen las leyes sanitarias que abren brechas para probar nuevos fármacos.

Las enfermedades engendradas por el cambio climático, consecuencia de los factores preindicados, se propagan rápidamente por los viajes y las emigraciones constantes en este universo globalizado, que se caracteriza por el crecimiento desordenado, la concentración de riquezas y las injusticias.

Los virólogos, infectólogos, epidemiólogos y otros especialistas bregan frente a virus y bacterias que no tienen tratamientos o se tornan resistentes a los medicamentos, y ante sistemas de salud que colapsan, como ocurrió en la República Dominicana en el 2014 con el chikungunya, una nueva epidemia transmitida por un mosquito que cuneteó por el territorio dominicano, martillando a más de un millón de personas.

Los virus, que en la tierra son más que las estrellas del universo, se tornan dilemáticos, porque operan en un cruce de dos polos: uno positivo y otro negativo. Representan una amenaza para la humanidad, y a la vez una esperanza, como aliados de la medicina. Son útiles para las vacunas o fármacos, eliminan bacterias y protegen las plantas.

¿Cómo observar los cuidados preventivos?

Para evitar desenlaces fatales por la presencia de tantos virus negativos, tenemos que correr hacia los centros médicos ante ciertas sintomatologías, y abrazarnos a la farmacopea o apuntalamiento boticario/recetario:

1.- Fortalecer el sistema inmunológico, con buena alimentación y vitaminas, para disminuir la posibilidad de que baje la defensa.
2.- No tomar medicamentos por imaginación, no disparatear ni inventar.
3.- Tomar mucha agua.
4.- Observar la higiene, como lavarse las manos constantemente, con alcohol o jabón.
5.- Evitar la presencia en espacios cerrados o en lugares de conglomerados.
6.- Rehuir al contacto físico.
7.- Hacer ejercicio y tomar el sol para la vitamina D.
8.- Descansar y dormir bien.
9.- No acumular agua en recipientes.
10.- Eliminar criaderos, botar las vasijas destartaladas, limpiar patios y ranchos.

Estos consejos buscan salvar vidas. ¿Prefiere usted acogerlos?

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