¿Qué pasa en el Ministerio de Educación?

Euri Cabral

            Hasta los más acérrimos críticos del gobierno del presidente Danilo Medina reconocen sus grandes aciertos en plano educativo. La implementación de la Jornada Escolar Extendida, donde los estudiantes del área pública recibían desayuno, comida y merienda diariamente de forma gratuita, la construcción de más de mil nuevos centros educativos y más de 35 mil nuevas aulas, un hecho sin precedentes en la historia dominicana, y el incremento significativo de los salarios y las reivindicaciones a los profesores, son logros que, quien no los reconoce y los valora en su justa dimensión, cae en los linderos de la mezquindad.

            Es innegable que el gobierno del presidente Medina dejó un gran legado en la educación dominicana. Al llegar al poder el presidente Abinader y designar como ministro de Educación a un experimentado conocedor académico y luchador social de esa área, como lo es el doctor Fulcar, todos pensamos que esos logros serían profundizados y que una mayor dimensión tendría el proceso educativo de cara a las nuevos tiempos. Pero no ha sido así. Por el contrario, se siente que en al área educativa hay una especie de estancamiento y de debilidades que limitan el salto importante que debe darse en ese renglón social que es vital para alcanzar un desarrollo integral.

            Es cierto que la pandemia es un aspecto muy importante a tomar en consideración para evaluar los pasos dados en el plano educativo. Y muchos afirman que el hecho de que se pudo dar docencia en el año 2020, a pesar de la crisis de covid, fue un gran logro. Particularmente creo que ese acontecimiento fue más un respiro de negocio para muchos medios de comunicación, que una efectiva estrategia educativa. Entiendo que sus resultados académicos, cuando sean evaluados de forma rigurosa, podrán confirmar ese criterio que planteamos.

            De acuerdo a varios especialistas del área educativa, una de las grandes debilidades de las actuales autoridades de educación es que nos saben escuchar, solo saben oir. Ante los problemas, llaman a los sectores a conversar, pero a final de cuentas actúan de acuerdo a sus planes y no escuchan casi a nadie. Con la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), que es un elemento crucial para cualquier estrategia educativa, tienen una especie de lucha campal desde que ese gremio era dirigido por una militante del partido en el poder. Y ahora, cuando es dirigido por un militante del principal partido de oposición, la tirantez y la falta de unidad y coordinación es mucho mayor.

            Después de la pandemia y luego que las clases han tomado un curso más o menos normal, se han producido alguna situaciones que llaman a preguntar qué sucede en área educativa. La más grave de todas, es el grave conflicto surgido ante el concurso convocado el años pasado para la selección de miles de nuevos maestros. Eso ha sido un verdadero caos, llenos de denuncias de irregularidades, hasta el punto que tuvo que ser suspendido el año pasado y su nueva convocatoria este año ha generado mayores denuncias, por lo que la ADP ha pedido nuevamente su anulación.

            A ese hecho anterior, se unen las graves denuncias de irregularidades acontecidas con el almuerzo escolar en el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (INABIE), que llevó a la destitución de su anterior director y a que los suplidores de ese almuerzo se hayan mantenido en constante lucha, sin que se les haya escuchado con atención. A eso se une que ha habido limitaciones con la entrega de los libros de texto, del uniforme escolar y que muchos planteles todavía tienen serias limitaciones para dar las clases presenciales o por vía digital.

            Entiendo que es necesario que las autoridades educativas revalúen el rumbo que llevan. Que llamen a los líderes de la ADP y concerten un pacto para enfrentar juntos todos los retos que tiene la educación dominicana en este momento. Que llamen a las asociaciones de padres y madres de las escuelas para que, juntos, puedan definir el papel que debe jugar el hogar ante  la nueva realidad de la educación. En mi humilde opinión, las autoridades educativas deben practicar más la capacidad de escuchar, el respeto a las ideas adversas y la humildad en el enfrentamiento de las dificultades.

Economista y Comunicador

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