¿Qué sabe sobre las encuestas de opinión?

Las encuestas de opinión, como herramienta para medir tendencias y opiniones de la población, tienen una historia que se remonta al siglo XIX. Sin embargo, su uso más extendido en la política y en la predicción de resultados electorales se consolidó en el siglo XX.

A principios del siglo XX, George Gallup y Elmo Roper, en Estados Unidos,  fueron pioneros en el desarrollo de técnicas de encuestas de opinión aplicadas a la política. Gallup, especialmente, fundó una empresa de investigación de mercado y opinión pública en 1935 que se convirtió en un referente en encuestas electorales.

En el Reino Unido, en la década de 1930, se realizaron las primeras encuestas de opinión para medir las preferencias políticas en las elecciones generales.

Francia y Alemania en la década de 1940, se comenzaron a aplicar técnicas de muestreo y encuestas de opinión para comprender mejor las preferencias electorales en Europa.

Las encuestas de opinión han mostrado su utilidad para reflejar tendencias, pero no siempre reflejan fielmente la intención de voto del electorado. Diversos factores pueden influir, como el tamaño y

la representatividad de la muestra, la formulación de las preguntas, el momento en que se realiza la encuesta y la sinceridad de las respuestas de los encuestados.

Los resultados de las encuestas pueden manipularse a través de la formulación de preguntas tendenciosas, la selección sesgada de la muestra, la influencia del entrevistador en las respuestas o la interpretación parcial de los datos.

Actualmente, los métodos más comunes para realizar encuestas son mediante entrevistas telefónicas y presenciales. Las encuestas telefónicas han sido populares debido a su rapidez y menor costo, aunque han enfrentado desafíos con el incremento de llamadas no deseadas y la menor disposición de las personas a participar. Las encuestas presenciales, aunque más costosas y lentas, pueden ofrecer una mayor representatividad de la población.

Efectividad de los métodos:

No hay un consenso absoluto sobre qué método es más efectivo, ya que cada uno tiene sus ventajas y desventajas. La efectividad puede variar según el contexto, la población objetivo y la manera en que se aplique la metodología. Sin embargo, las encuestas presenciales suelen tener una mayor tasa de respuesta y permiten un contacto más directo con el encuestado, lo que puede influir positivamente en la calidad de los datos obtenidos.

Ejemplos de fallos en los resultados:

 aquí tienes algunos ejemplos de países donde las encuestas de opinión han fallado en predecir resultados electorales importantes y a qué se han atribuido estos fallos:

Estados Unidos: En las elecciones presidenciales de 2016, las encuestas subestimaron el apoyo a Donald Trump. Se ha argumentado que hubo problemas en la representación de ciertos grupos demográficos, así como un posible «efecto tímido» (personas que ocultan su verdadera intención de voto por diversas razones).

Reino Unido: El referéndum del Brexit en 2016 sorprendió a muchos, ya que las encuestas indicaban una ligera ventaja para permanecer en la Unión Europea. Se señaló una subestimación del voto de personas mayores y de áreas rurales, además de posibles problemas con la metodología de muestreo.

Argentina: En las elecciones presidenciales de 2019, las encuestas no anticiparon la contundente victoria de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri. Se atribuyó a un desafío para captar el voto indeciso y a fluctuaciones en la intención de voto en el período previo a las elecciones.

Colombia: En el plebiscito por el acuerdo de paz en 2016, las encuestas pronosticaron una victoria para el «sí», pero el «no» terminó ganando. Esto se atribuyó a la baja participación, así como a la subestimación del voto rural y de ciertas regiones del país.

Israel: En varias elecciones, las encuestas han tenido dificultades para predecir con precisión los resultados, atribuyéndose a menudo a cambios de último momento en las preferencias de los votantes y a la complejidad de un sistema político multipartidista.

En general, los fallos en las encuestas de opinión suelen atribuirse a problemas en la representatividad de la muestra, cambios repentinos en la intención de voto, el llamado «voto oculto» (personas que no revelan sus preferencias), así como a desafíos metodológicos y dificultades para captar la realidad compleja y diversa de los electores.

Manuel Jiménez

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