Refundar y relanzar nuestro país: necesidad y oportunidad

Rafael Acevedo

Las manifestaciones de patriotismo han venido aumentando con el agravamiento de la crisis de gobernabilidad de Haití. El aumento de haitianos ilegales en nuestro territorio y la expulsión de inmigrantes haitianos de EU, Chile, y una serie de países de la región, tiene lugar en un contexto internacional de desconfianza en los fines y planes de los organismos y los intereses multinacionales. Y, como señala el embajador José Singer, los países poderosos no tienen interés en Haití porque allí, además, no hay grandes riquezas mineras ni grandes oportunidades comerciales.

Mientras tanto, el comportamiento de la diplomacia estadounidense ha dejado de ser injerencista y ni siquiera han podido desarrollar una política que viabilice las demandas migratorias hacia su propio país, lo que hace más sospechosa la posición que los estadounidenses tienen sobre la migración haitiana a nuestro país.

Antes que tener una misión y una representación diplomática de peso, los EUA prefieren manejar estos problemas a través de organismos internacionales que mezclan estos temas tan vitales con otros asuntos que para nuestra nación están en posiciones de mucho menor preponderancia.

Ya la región no cuenta ni con la OEA, ni con organismo alguno que, mala o buenamente, interpreten, canalicen o acompañen nuestro temor de una estampida de refugiados haitianos franqueada por el internacionalismo de organismos de dudosa neutralidad.

Hoy más que nunca los dominicanos estamos obligados a unificarnos respecto a este problema, tal como lo ha pedido el presidente Abinader. Debemos rescatar nuestra historia y hacer fructificar nuestro cacareado orgullo nacional. Y al compás de nuestros cánticos de pasadas glorias, nos enfoquemos en re pensar nuestro futuro y nuestra identidad, según nuestros fundadores, en las circunstancias actuales, ante las amenazas de sospechosos universalismos y “confraternalizaciones”. Los dominicanos tenemos la obligación de relanzar nuestro país, no tan solo como playa y paisaje, sino como un territorio inexpugnable, con un marco de identidad nacional, de moral, respeto e integridad; acorde con nuestra cultura cristiana y nuestros valores más elevados de auténtica solidaridad con nuestros hermanos de América Latina y del mundo; sin excluir jamás a los haitianos que vengan en busca de mejor vida, pero en son de paz y respeto a nuestra soberanía.

Necesitamos refundar y reprogramar la Patria y sus ciudadanos, como lo han demandado con firmeza y claridad destacados y valiosos luchadores como Fafa Taveras y tantos otros que llevan muy bien atados a sus cinturones los fueros de la patria.

Para esto, no debemos desaprovechar las buenas intenciones del presidente Abinader, y de otros dirigentes nacionales que gozan de credibilidad, y de otros que se sumen a su llamado de tratar los temas y los asuntos patrios con unidad de espíritu, diafanidad de intenciones y objetividad de criterios.

Se trata de una gran urgencia y una gran oportunidad, acaso definitivas. Porque el mundo no está para vacilaciones, ni para medias tintas politiqueras. Un presidente con bastante liderazgo y credibilidad, puede ser “una buena oportunidad” de renovación y re lanzamiento de la Patria de Duarte y los trinitarios.

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