Ricardo Bofill, un arquitecto con vocación innovadora y cosmopolita
Barcelona (España), 14 ene (EFE).- Ricardo Bofill, fallecido este viernes en Barcelona a los 82 años, era uno de los arquitectos españoles de mayor proyección internacional y tuvo una larga y fructífera trayectoria profesional, marcada por su capacidad de dar respuestas innovadoras a los planteamientos urbanísticos contemporáneos.
Representante destacado del estilo posmodernista, trabajó principalmente fuera de España, aunque también llevó a cabo obras de gran envergadura en Barcelona (noreste de España) y su área metropolitana, como la ampliación del aeropuerto de El Prat, el edificio de viviendas Walden-7, el Hotel Vela o el Teatro Nacional de Cataluña (TNC).
Fuera de las fronteras españolas era especialmente aclamado en Francia y también trabajó en Suecia, Estados Unidos, Rusia, Holanda, Marruecos, Argelia, Estados Unidos, Japón, China y la India.
Hijo del también arquitecto Emilio Bofill y de la veneciana de origen judío María Levi, Ricardo Bofill nació el 5 de diciembre de 1939 en Barcelona y se educó en un ambiente burgués y culto.
Inició la carrera de Arquitectura en la Universidad de Barcelona, donde creó el Sindicato Libre Universitario, una actividad política que le valió su expulsión en 1957.
Continuó sus estudios en Suiza y construyó su primera casa a los 19 años en Barcelona, antes de acabar la carrera.
En 1963 proyectó dos edificios de viviendas en la capital catalana, por uno de los cuales recibió el premio FAD de Arquitectura.
Ese mismo año fundó el Taller de Arquitectura, con un equipo profesional pensado para la ejecución de grandes proyectos arquitectónicos e integrado por arquitectos, ingenieros, sociólogos y filósofos.
Este equipo se trasladó en 1973 a una antigua fábrica de cemento de Sant Just Desvern (Barcelona), que Bofill rehabilitó y convirtió en Ricardo Bofill Taller de Arquitectura (RBTA).
A partir de 1979, las actividades del Taller de Arquitectura de Bofill se concentraron principalmente en Francia, con la construcción simultánea de cuatro grandes proyectos: Les Arcades du Lac y Le Viaduc en Versailles; Le Palais d’Abraxas, Le Théâtre y L’Arc en Marne-la-Vallée; Les Echelles du Baroque en el distrito XIV de Paris y el inmenso barrio de Antigone en Montpellier.
En la década de los ochenta puso en práctica sus estudios sobre el uso de unidades de hormigón prefabricado, además de diseñar los Jardines del Turia, en Valencia en 1982, y el Parque de la Agüera en Benidorm en 1984, en el este de España.
Es también el autor de uno de los edificios más fotografiado de los «instagrammers»: «La Muralla Roja», situado en la Urbanización La Manzanera de Calpe, en la provincia española de Alicante, que es el escenario en el que se inspira la serie televisiva «El juego del calamar».
El Museo de Arte Moderno de Nueva York expuso su obra en 1985 y, ese mismo año, el Taller de Arquitectura realizó un proyecto para la construcción de 5.000 viviendas en Pekín.
En el apartado de viviendas cabe destacar el controvertido Walden-7, de Sant Just Desvern, un edificio flexible, que anticipaba las formas de vida del siglo XXI.
Una utopía hecha realidad, que se vio envuelta en la polémica por la rápida degradación de la fachada del inmueble.
Entre 2001 y 2003 inauguró Corso Karlín, un centro comercial en Praga; el Tokio Ginza Shiseido en la capital japonesa y la sede Cartier en París, además de uno de los rascacielos de oficinas más grandes de Estados Unidos, el Bank One Corporate Center (Chicago).
En 2004 obtuvo el encargo de China de diseñar un lujoso barrio residencial en Pekín, conocido como «Beijing Sunshine Upper East Side International Community».
Con 80 años de edad, en 2019, presentó el diseño del edificio residencial más alto de Valencia, la torre Ikon, de veintinueve plantas.
Trabajador incansable, en 2021 aún se implicó en proyectos como el Royal Arts Compex en Arabia Saudí y el aeropuerto de Chongqing, en China.
El arquitecto recibió a lo largo de su vida numerosos galardones, entre otros, el premio ASID de la Sociedad Americana de Diseño Interior (1978), el premio Ciudad de Barcelona (1980), el Premio de la Academia Internacional de Filosofía del Arte y los premio de arquitectura en Bélgica y Chicago (los tres en 1989) o el Vittorio De Sica de arquitectura (2009).
Además, fue nombrado miembro de la Ordre des Architectes de Bélgica (1989) y doctor «honoris causa» por la Universidad de Metz, en Francia (1995), y por la Universidad Politécnica de Cataluña (2020).
Apasionado del cine, Bofill dirigió películas y cortometrajes y en la Mostra de Venecia de 1991 presentó fuera de concurso su película experimental «Esquizo».
Bofill, que tuvo dos hijos también arquitectos, Ricardo y Pablo, deja su huella en un millar de obras arquitectónicas repartidas por todo el mundo.