Santana no debe estar en el Panteón Nacional
El desdoblamiento es real en algunos juicios históricos como el discurso pronunciado por el Dr. Joaquín Balaguer en la ocasión de llevar las cenizas del General Pedro Santana al Panteón Nacional, lugar donde reposan los héroes de la Patria. En aquella ocasión memorable, días antes de la transferencia del mando político de la nación luego de los comicios de 1978, el presidente Balaguer dijo en la primera parte de su pieza oratoria que Pedro Santana era un monstruo que se atrevió a fusilar a Héroes de la Independencia Nacional, como Antonio Duverge y María Trinidad Sánchez, entre otros patriotas como José Joaquín Puello y José Ruiz. En esa misma tesitura de adjetivos descalificativos, el Presidente Balaguer le reprocha haber anexado la Patria a España, y dice refiriéndose a Santana, que dejó de ser un Jefe de Estado, un Héroe, un Rey, para convertirse en un vasallo, un servil.
La justificación reivindicativa del personaje Santana de parte del doctor Balaguer se sustenta en que Santana hizo la Anexión a España por los peligros que acechaban a la República en 1861. La tesis del Dr. Balaguer evidentemente contradictoria reside en que Santana se desdijo, o sea traicionar la Patria que el propio General Santana había defendido en los campos de batalla de la Independencia Nacional contra el opresor haitiano. Nadie discute que el General Santana libró duros combates contra el invasor haitiano que oprimía nuestra Patria. Lo contradictorio del discurso del Dr. Balaguer de llevar sus cenizas a descansar al lado de los fusilados, de los patriotas que nunca perdieron la fe en los destinos de la Republica, es la ironía que traduce el gesto frente a la memoria historica. Sabemos que Haití representó y representa potencialmente un peligro sobre la Patria dominicana, sabemos que somos el único pueblo del continente que no se independizó de una potencia colonialista europea, sino del vecino que intentaba disolver nuestra identidad y absorber nuestro legítimo derecho a crear una Patria libre y soberana.
Ahora bien, Santana se degradó tanto, inclinó la cerviz, ante el amo colonialista, que anuló con su traición el postulado esencial de la Patria que él había defendido con gloria en los campos de guerra patria contra el opresor haitiano. No se puede ser libre frente a la amenaza haitiana y servil a la amenaza colonialista de ninguna otra potencia foránea. Se trata de una contradicción insalvable. Todo esto independientemente de los niveles de crueldad con los cuales Santana hizo fusilar a nuestros héroes y mártires. Se equivocó el presidente Balaguer, aun cuando es cierto que Haití es un peligro latente para la sobrevivencia de nuestra identidad por la condición desintegradora de su Estado nacional y odio inveterado contra nuestra existencia. A Santana, verdugo de figuras proceras de nuestra independencia no lo exime ni lo absuelve de su bestialidad e insania su servilismo ante la Corona, su postración de lacayo. Creo que un día no muy lejano los dominicanos haremos un desagravio a nuestros héroes y mártires decapitados por Santana, esa sombra tenebrosa del horror, y sacaremos sus cenizas del Panteón, como reafirmación de la Patria de Febrero, de Agosto y de Abril. No hay cohabitación posible ni en el cielo ni en el infierno entre patriotas y verdugos.
Listín Diario