La manipulación a través de encuestas

Miguel Guerrero

La guerra de encuestas fantasmas ensombrece el panorama electoral en lugar de aclararlo y ese afán, casi enfermizo, de influir extemporáneamente en el ánimo de los electores, terminará desprestigiando tan importante instrumento de medición de las preferencias electorales.

A casi nueve meses de las presidenciales, pretender auscultar las inclinaciones de los ciudadanos por las ofertas de los partidos carece de rigurosidad, especialmente cuando los sondeos se basan en la siguiente premisa falsa: “Si las elecciones fueran hoy, por quién usted votaría”, porque las elecciones serán el tercer domingo de mayo del año próximo.

Una pregunta sin valor real debido a que si bien los principales partidos tienen ya seleccionados sus candidatos a la Presidencia, y es obvio que serán confirmados a causa de la no existencia de rivales con posibilidades de cambiar ese panorama, conforme a la ley oficialmente no lo son todavía. Además, es una manipulación evidente la atribución de intención de voto superior a favor de candidatos con un mayor nivel de rechazo comprobado.

Sembrar en la mente de los electores un imaginario crecimiento de la valoración pública de determinadas figuras políticas y de candidatos presidenciales tiene el propósito de ir condicionando en la opinión nacional la idea de resultados que pudieran servir de base para fundamentar un reclamo de victoria que el voto ciudadano les negó.

Y como esa posibilidad ya se diera en el pasado, es difícil entender que la Junta Central Electoral y los medios más importantes ignoren los propósitos evidentes de esta burda manipulación del sentimiento electoral. Especialmente porque la información proviene casi siempre del entorno de los propios candidatos, sin cuestionar quién las hace ni quién las paga.

El Caribe

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