Ser machista no etiqueta a una persona como criminal o agresor violento

Por Lina Paulino

 periodista y psicóloga clínica.

Siempre que resuena un caso de violencia intrafamiliar y feminicidios, los amantes de generalizar las conductas humanas y en especial cuando se trata de un género en específico, se atribuyen el derecho de señalar con el dedo acusador a todos los hombres latinos de manera especial, como si las cárceles de mujeres estuvieran vacías.

Debo aclarar, no obstante, que no estoy negando que este factor juega un papel importante en hechos como este, pero como una forma de conducta adquirida por creencias, sumados a muchos más factores que alimentaron y degeneraron en este comportamiento agresivo y patológico.

Todos de alguna forma, tuvimos padres o abuelos que fueron machistas, y abuelas o madres que consideraron normal esas conductas, sin embargo, aunque pudiéramos señalar cualquier tipo de violencia, dígase, emocional, verbal y de manipulación entre otras, no podemos decir que estos cometieron actos de barbarie como la muerte a sus respectivas esposas o vástagos.

Curiosamente, salvo a épocas del canibalismo por decirlo de alguna manera, es en este tiempo de la modernidad, de acceso a la información, de supuestas leyes asertivas y condenatorias, en cuyo sistema cabe resaltar está liderado por mujeres en la mayoría de los casos, es que los feminicidios han aumentado.

Aquí muchos se excusarán diciendo que es producto de que la mujer se ha empoderado, y que el hombre no lo acepta, y es verdad en cierto modo, pero también hay que preguntase ¿si al saltar el eslabón no ignoramos muchas condiciones sociales que antes debieron ser enseñadas y aprendidas? y es por eso que la mayoría de los grandes cambios que se han producido en la sociedad están manchados de sangre.

Ósea, el hecho de haber sido criados con conceptos machistas no convierte al hombre, en un agresor de la mujer, y de ser así, tendríamos que irnos más lejos, habría que remontarse a la prehistoria, desde donde viene la idea de que el macho o varón, es el cazador, protector, proveedor, y guardián de la familia, exigiendo a cambio sumisión.

En fin, lo que quiero decir es que los  eventos violentos no son propios de un género en particular,  ya que en el diccionario también aparece el término hembrismo, con el mismo significado que el machismo, por lo tanto  va más allá de una cultura machista, podemos decir que es producto  de conductas no sanas, trastorno de personalidad, incapacidad para enfrentar los traumas, baja auto-estima, inestabilidad emocional, incluyendo  también el mal manejo del estrés ante los  retos que le plantea la vida..

 No podemos seguir circunscribiendo la violencia intrafamiliar como un caso único y exclusivamente del sexo masculino, sino que se trata de una sociedad con relaciones humanas desviadas, carente de afectos, amor, respeto, valores, analfabeta emocionalmente.

 Asimismo, una sociedad llena de traumas, frustraciones sociales, impotencias, y debido a que el pleito entre hombre y mujer es una lucha desigual, las féminas y los niños por su vulnerabilidad por lo general son las victimas mortales en este juego de emociones.

  Mucho se habla de este tema, pero es importante que sea incluido en nuestro pensum educativo porque como habla la (PNL) o programación neurolingüística, somos productos, de nuestras creencias, Recuerdos y sistema de aprendizajes.

Hay que cambiar las mentalidades para cambiar sociedades, en estos casos, derribar conceptos de superioridad no importa el género, o la autopercepción que nos hace creernos poseedor de los derechos inalienables de otras personas.

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