Signos políticos del presente

Nelson Espinal Báez

Hay patrones de comportamiento social y político perennes, mientras otros emergen dependiendo de las circunstancias. Toda acción humana, incluyendo la política, está determinada por probabilidades y eventualidades que se repiten o renuevan, para verlas solo tenemos que saber dónde y cómo mirar.

Un primer elemento a destacar en el mapa político dominicano actual es la ya reiterada condición que los extremos ideológicos de derecha e izquierda no tienen espacio electoral propio, contrario al tablero internacional. Las propuestas radicales, por el momento, siguen quedando desplazadas. Su vigencia es marginal. Continúan sin construir propuestas y proyectos de poder que enrolen segmentos importantes de la sociedad.

Están perdiendo la batalla cultural por múltiples razones. Una de ellas, creer que la política se construye exclusivamente con propuestas racionales y asumir que las suyas -per se- son moralmente superiores. La historia nos enseña que la política tiene una dimensión emocional y humana (no racional) capaz de construir nuevas realidades. Nos guste o no.

En este sentido, Albert Einstein decía que había 5 niveles de intelecto: listo (smart), inteligente (intelligent), brillante (brilliant), genio (genius) y simple (simple). Regularmente es el poder de lo simple lo que produce grandes resultados. A modo de ejemplo, el vínculo emocional y familiar del candidato Omar Fernández con su madre, apoyando la candidatura de su hijo, abrazando su causa, liderando equipos de trabajo, tiene más fuerza y genera más atracción de votantes que cualquier propuesta de Política Pública elaborada por las mejores escuelas de gobierno del mundo.

En ese orden, otro patrón de comportamiento generacional y emocional es la presencia de una juventud que emerge con fuerza en todos los partidos políticos. Tanto en los partidos grandes, como en los pequeños hay una nueva generación que busca hacerse visible, ser escuchados y tomados en cuenta. En el PRM, en los dos principales partidos de oposición, PLD y Fuerza del Pueblo, así como en las propuestas políticas minoritarias, los jóvenes y las mujeres, están dando el frente, deseosos de oportunidades y protagonismos políticos.

En la candidatura presidencial por igual, el patrón de comportamiento cercano a los jóvenes, la conexión familiar, la cercanía personal, entre otras causas, hacen al presidente Luis Abinader el gran ganador del proceso electoral recién concluido. Curiosamente algunas de las mismas razones por la que ganó Omar Fernández en el Distrito Nacional.

Ahora bien, mientras la victoria de este último es, por el momento, de carácter coyuntural, por sus cualidades personales y debido a la tasa de rechazo de su oponente (mayor, emocionalmente distante y asociado a la izquierda), la del presidente abre un nuevo ciclo político e impulsa la entrada de una nueva generación.

En ese orden, su discurso de agradecimiento por la victoria el domingo 19 de mayo, el presidente fue magnánimo y concertador: «En democracia nadie lo gana ni lo pierde todo. El tiempo que hoy comienza nos necesita a todos unidos, a quienes han ganado y también a los que no; cada uno desde su lugar y con su forma de ver las cosas, para servir a la gente. En este país no sobra nadie. Todos somos necesarios. Por encima de las diferencias políticas entre los partidos está la República Dominicana. Tengo la convicción de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, y hoy me reafirmo en ella.»

Sus palabras, con ribetes históricos, lo comprometen esencialmente con la profundización de la institucionalidad, que es en sí misma un patrón de comportamiento demandado y reclamado por la sociedad dominicana desde hace décadas. Se hizo visible y mayoritario en enero del 2017 con manifestaciones ciudadanas en la plaza pública: «Estas elecciones también fijarán un punto de inflexión en nuestra institucionalidad. Porque garantizaré al país promover una reforma constitucional, que espero que sea la última, que evite que la continuidad en el poder dependa del capricho personal del presidente de turno. Esta victoria electoral, en mi caso, es la última porque respetaré los límites en la constitución en los términos de reelección. No volveré a ser candidato. Es mi palabra, mi compromiso y será parte de mi legado.»

Es oportuno destacar el valor simbólico, civilista, demostrado por los candidatos Abel Martinez y el Dr. Leonel Fernández al reconocer con prontitud los resultados del certamen electoral, demostrando madurez y compromiso con la institucionalidad y la cultura democrática. Termino esta reflexión reconociendo que en el 2024 se inicia la era de los debates electorales, aunque habían tardado demasiado, llegaron con mucha fuerza. Representan un punto de inflexión en la conversación, discusión y debate de lo público, mejorando la práctica electoral, conociendo los candidatos y promoviendo nuestra imagen internacional como país políticamente maduro y estable.

Tanto en los partidos grandes, como en los pequeños hay una nueva generación que busca hacerse visible, ser escuchados y tomados en cuenta. En el PRM, en los dos principales partidos de oposición, PLD y Fuerza del Pueblo, así como en las propuestas políticas minoritarias, los jóvenes y las mujeres, están dando el frente, deseosos de oportunidades y protagonismos políticos.

Diario Libre

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