Soy neurocientífico y estamos pensando en la edad de Biden de manera errónea

Por Charan Ranganath

Ranganath es profesor de psicología y neurociencia y director del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de California, en Davis.

The New York Times

El informe del fiscal especial Robert Hur, en el que advertía que no procesaría al presidente Joe Biden por su manejo de documentos clasificados, también incluía una evaluación muy discutida de las habilidades cognitivas de Biden.

“Biden probablemente se presentaría ante un jurado, como lo hizo en nuestra entrevista, como un simpático, hombre bienintencionado de edad avanzada con mala memoria”.

Como experto en memoria, puedo asegurar que todo el mundo olvida. De hecho, la mayoría de los detalles de nuestra vida —las personas que conocemos, las cosas que hacemos y los lugares a los que vamos— de manera inevitable se reducen a recuerdos que solo abarcan una fracción pequeña de esas experiencias.

Es normal ser más olvidadizo con la edad. En general, las funciones de la memoria empiezan a disminuir a partir de los 30 años y siguen atenuándose con la vejez. Sin embargo, la edad en sí misma no indica la presencia de déficits de memoria que afecten la capacidad de una persona para desempeñar un papel exigente de liderazgo. Y un aparente lapsus de memoria puede o no tener consecuencias dependiendo de las razones por las que haya ocurrido.

Existe el olvido y también el Olvido. Si tienes más de 40 años, lo más probable es que hayas experimentado la frustración de aferrarte a esa palabra escurridiza que tienes en la punta de la lengua. De manera coloquial, esto podría describirse como un olvido, pero la mayoría de los científicos de la memoria lo llamarían un fallo de recuperación, lo que significa que el recuerdo está ahí, pero no podemos extraerlo cuando lo necesitamos. Por otro lado, el Olvido (con mayúscula) es cuando un recuerdo parece haberse perdido o desaparecido por completo. Confundir de manera distraída los nombres de los líderes de dos países entraría en la primera categoría, mientras que no poder recordar que alguna vez conociste al presidente de Egipto entraría en la segunda.

Durante el envejecimiento típico, se producen cambios en el funcionamiento del córtex prefrontal, una zona del cerebro que tiene un papel protagónico en muchos de nuestros éxitos y fracasos cotidianos vinculados a la memoria. Estos cambios significan que, a medida que nos hacemos mayores, tendemos a ser más distraídos y a menudo nos cuesta encontrar las palabras o los nombres que buscamos. Recordar acontecimientos lleva más tiempo y requiere más esfuerzo, y no podemos detectar los errores tan rápido como antes. Esto se traduce en mucho más olvido y en un poco más de Olvido.

Muchas de las observaciones del fiscal especial sobre la memoria de Biden parecen entrar en la categoría del olvido, lo que significa que son más indicativos de un problema con encontrar la información correcta en la memoria que de Olvido, con mayúscula. Especificar la fecha en la que se produjo un acontecimiento, como el último año de la vicepresidencia de Biden o el año de la muerte de su hijo, es una medida compleja de la memoria. Recordar que un acontecimiento sucedió no es lo mismo que poder ponerle fecha, algo que resulta más difícil a medida que aumenta la edad. Es muy probable que el presidente tenga muchos recuerdos, aunque no pudiera detallar inmediatamente fechas en el contexto estresante (y más apremiante) del ataque en Israel del 7 de octubre.

Otros problemas de “memoria” que se han destacado en los medios de comunicación no son tanto casos de olvido como de dificultades en la articulación de datos y conocimiento. Por ejemplo, en julio de 2023, Biden afirmó de manera errónea en un discurso que “tenemos más de 100 muertos”, cuando debió haber dicho “más de un millón”. Biden ha luchado con la tartamudez desde la infancia, y las investigaciones indican que manejar el tartamudeo exige recursos prefrontales que normalmente permitirían a las personas encontrar la palabra correcta o, al menos, corregir con rapidez los errores después.

Los estadounidenses están comprensiblemente preocupados por la edad avanzada de los dos principales aspirantes a la presidencia en las próximas elecciones (Biden tiene 81 años y Donald Trump, 77), aunque algunas de estas preocupaciones están originadas en estereotipos culturales y temores relacionados al envejecimiento. Lo cierto es que hay un enorme grado de variabilidad en el envejecimiento cognitivo. La edad se asocia, en general, a una disminución de la memoria, pero los estudios que hacen un seguimiento de la misma persona durante varios años han demostrado que, aunque algunos adultos mayores muestran un declive precipitado con el tiempo, otros “superancianos” se mantienen tan perspicaces como siempre han sido.

Biden tiene la misma edad que Harrison Ford, Paul McCartney y Martin Scorsese. También es un poco más joven que Jane Fonda (86 años) y mucho más joven que el director general de Berkshire Hathaway, Warren Buffett (93). Se considera que estas personas están en la cúspide de sus profesiones y, sin embargo, no me sorprendería que fueran más olvidadizas y que tuvieran más distracciones que cuando eran más jóvenes. En otras palabras, la edad de un individuo no dice nada definitivo sobre su estado cognitivo o qué rumbo tomará en un futuro cercano.

No puedo hablar del estado cognitivo de ninguno de los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos, pero sí puedo decir que, en lugar de centrarnos en sus edades per se, deberíamos considerar si tienen las capacidades para hacer el trabajo. A menudo, la percepción pública del estado cognitivo de una persona se determina por factores superficiales, como la presencia física, la confianza y la fluidez verbal, pero estos elementos no son necesariamente relevantes para la capacidad de una persona de tomar decisiones trascendentales sobre el destino de este país. La memoria es sin duda relevante, pero es probable que otras características, como tener conocimiento de datos importantes y la regulación emocional —ambas relativamente preservadas con la edad, e incluso pueden mejorar— sean de igual o mayor importancia.

En última instancia, tenemos una conversación nacional pendiente sobre lo que debemos esperar en términos de salud cognitiva y emocional de nuestros líderes.

Y debe sustentarse en la ciencia, no en la política.

Charan Ranganath es profesor de psicología y neurociencia y director del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de California, en Davis, y autor de Por qué recordamos. La nueva ciencia de la memoria.

The New York Times

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