Sustitución alimentos que podrían escasear

Altagracia Paulino

El último informe de la ONU relacionado con la crisis alimentaria afirma que los planes de disminución del hambre en el mundo, propuesto en la agenda 2030, han sufrido un gran revés con motivo de la pandemia, ahora fortalecido con las restricciones implicadas en la guerra entre Rusia y Ucrania.

Este retroceso significa que 828 millones de personas pasan hambre en el mundo, y en nuestra región se sumaron 4 millones de personas más, para un 7.4%, entre 2020-21.

El informe divulgado el 7 de julio es bastante revelador de lo que padece el mundo, lo que nos invita a reflexionar en la necesaria ayuda que necesitan los consumidores más vulnerables para ejercer el supremo derecho a la sobrevivencia.

El informe sobre el estado de seguridad alimentaria y nutrición precisa que se han sumado 150 millones más de personas a las cifras de hambrientos desde el inicio de la pandemia de COVID 19 en el 2020.

La cadena de suministro sigue en crisis, se evidencia escasez de productos, sobre todo en aquellas economías que dependen de las importaciones. La CEPAL, en su último informe, precisa que América Latina y el Caribe no estaba preparada para la crisis y vaticina que tendremos menos crecimiento, mayor inflación y aumento de la pobreza.

La guerra entre Rusia y Ucrania siembra la incertidumbre. Ambas naciones son proveedoras de cereales, petróleo, fertilizantes entre otras materias primas importantes para la producción de alimentos lo que se traduce en incertidumbre y pocas posibilidades de predecir qué hacer en los próximos meses y años.

Este panorama nos obliga. Incluso, a revisar la agenda, cambiar los planes y aterrizar a la realidad como forma de que surja entre todos la idea y la concreción de alternativas para afrontar la crisis de la que no sabemos cuándo será su final.

Lo único cierto es el vaticinio de los organismos internacionales de monitoreo: estamos en la antesala de una hambruna. Pero contamos con esta excelente herramienta-la información- para enfrentarla y se abre la posibilidad de oportunidades. El país tiene capacidad para producir todos los alimentos que necesitamos.

Volver a sembrar maíz, que tarda 73 días para cosecharlo, y podría ser buen sustituto del trigo por sus propiedades nutricionales.

Apoyar y fortalecer la producción de casabe como sustituto del pan, y volver a la tradición de consumir víveres.

La prioridad de todo ser viviente es continuar existiendo, la alimentación es la primera necesidad de los seres vivos, de modo que consumir alimentos de manera inteligente nos llama a enfocarnos en la búsqueda de nutrientes y micronutrientes que permitan una alimentación sana.

Los organismos internacionales instan a fortalecer la producción agrícola; podríamos implementar los huertos caseros, las siembras de ciclo cortos, volver a la agricultura familiar, intercambiar productos, las familias con patio criar sus propias gallinas que a su vez le proporcionarán huevos, que aportan proteínas de alta calidad, consumir frutas y vegetales. Si escasean los cereales prescindir al mínimo de ellos, cambiar los hábitos alimenticios hasta donde nos sea posible, consumiendo lo imprescindible para mantenernos en pie.

Los problemas complejos tienen soluciones sencillas, así aprenderemos a ser resilientes, debemos seguir viviendo contra vientos y mareas. Que esta crisis no comprometa nuestros deseos de vivir y disfrutar la esperanza.

Publicado en Hoy

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