Tenemos el elixir de la eterna juventud

Altagracia Paulino

Desde Dios”, como diríamos para enfatizar que algo ha existido siempre, podemos afirmar que el ser humano ha buscado incansablemente el “elixir” de la vida y la juventud eterna. Mi madre, que murió poco después de cumplir los 70 años, decía siempre: “La vejez es fea”. Ella no quería envejecer y a sus 70 años se sentía que ya había vivido lo suficiente, creyendo que después de esa edad se vive en exceso.

En esa época no había presidentes como el actual de Estados Unidos, quien ha cruzado la barrera de los 80 años, ni tantas personas octogenarias con una vida activa que aportan al desarrollo de sus comunidades. No nos detendremos en la cantidad ni en los nombres, pues no es el propósito de esta entrega.

Lo cierto es que, en la búsqueda de la juventud eterna, se han creado pócimas, fórmulas y productos “milagrosos”, y la búsqueda continúa, a pesar de los avances científicos que auguran la posibilidad de vivir hasta 130 años con la funcionalidad de una persona de 30 o 40 años.

Históricamente, las mujeres han sido quienes más tiempo han dedicado a esta búsqueda. Aunque hoy en día, los hombres también se han sumado a la tarea de querer vivir más y lucir mejor.

En los primeros años del siglo pasado, la búsqueda del elixir de la juventud era tan frenética en Estados Unidos que se creó un sistema federal de defensa de los consumidores para protegerlos de engaños, como la venta de orina hervida envasada en preciosas botellas como si fuera el elixir milagroso.

Pero antes de eso, en Francia, en el siglo XVI, Diana de Poitiers, famosa y bella aristócrata, usaba “Aurum Potabile” (oro potable) para prolongar su belleza. Según el historiador francés Bran Tomé, Poitiers, quien murió a los 67 años, parecía de 30 y su belleza era incomparable. En esa época, el oro potable, reservado solo para la aristocracia, se consideraba el mineral de la eterna juventud. En 2008, se recuperaron los restos de Diana y se determinó que la dosis de oro en su cuerpo superaba los límites de tolerancia.

Con el paso de los años, las cirugías estéticas y la ciencia de los cosméticos han ayudado mucho, pero solo a disimular las marcas de los años, no a prolongar la juventud y la vida.

Sin embargo, la ciencia ha descubierto algo fundamental para prolongar la vida: la alimentación saludable. Hipócrates, el padre de la medicina, advertía: “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”.

Ciertamente, una buena alimentación retarda la muerte y el envejecimiento. Las enfermedades nos acercan a la muerte, pero prevenirlas nos aleja. Esto ha dado lugar a lo que defino como la nueva fórmula para la eterna juventud: una alimentación saludable, ejercicios y la eliminación de azúcares, sales, grasas saturadas y productos ultra procesados de las dietas, lo cual contribuye a alejar enfermedades crónicas, problemas cardíacos y cáncer, preludios de la muerte.

Estamos en la era de la alimentación como el elixir para la eterna juventud. Organismos como la OPS/OMS y diversas ONGs trabajan en la formulación de políticas públicas para promover la alimentación como prevención y potenciar una buena salud para una vida larga.

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