Tengamos cuidado
Celso Marranzini
Demos una mirada al mundo pospandemia, especialmente a Latinoamérica y por qué no, también a nuestro mercado y socio mayor, los Estados Unidos.
Todavía, muchos de los países del área luchan para recuperar sus economías, gravemente afectadas, y las teorías de los economistas no se hacen esperar de cuál debe ser el camino que tomar, para lograr los niveles de crecimiento y, mucho más importante, volver a los niveles de pobreza antes del covid.
Así como duro puede sonar, la meta es ser tan pobres como antes del dos mil veinte. Unas economías han logrado mejorar más que otras, a algunas les será muy difícil, el caso de Venezuela, quebrada antes de la pandemia y hoy con un salario mínimo que apenas alcanza a dos dólares mensuales.
A toda esta crisis económica hay que agregar el clima político, las intenciones de desestabilizar Latinoamérica bajo las excusas de que los sistemas actuales han fracasado y que debemos imitar los modelos cubanos, venezolanos y nicaragüense. Las redes juegan un papel en todo esto, que muchas veces pueden ser útiles y otras se pueden prestar para ser tontos útiles.
Cambiar los niveles de pobreza requiere una planificación de largo plazo, requiere niveles de sacrificio para que la clase media no desaparezca y los pobres puedan aspirar a llegar a clase media.
Esto se logra con acuerdos, no con teorías. Mis amigos economistas pueden aportar, pero muchos necesitan clases de cómo manejar una empresa en el día a día; la necesaria toma de decisiones, donde la pérdida de tiempo cuesta dinero.
Nos ha tocado un mundo muy difícil, suplidores que incumplen contratos porque les es más rentable vender en el mercado spot (al mejor precio) que cumplir con lo pactado en una licitación, incluso a riesgo de ser demandados, pero entienden que el costo de la demanda y de su reputación es menor que los millones que se van a ganar.
Tengo que volver a las redes, difíciles de que entiendan un mensaje por la diversidad de los que interactúan, intereses, incapacidad de entender lo que sucede mundialmente, pero también, aportes muy interesantes que hay que leer cada día.
Cuando la sociedad pedía cambio, su mayor reclamo era una justicia independiente. En poco tiempo, sin condenar ni absolver a nadie, hemos visto pasos que hasta el momento no creíamos posible. Cuando el escándalo de Baninter, vimos empresarios presos, pero aparentemente los desmanes los hicieron solos, sin que la autoridad reguladora tuviera ningún tipo de responsabilidad, por complicidad o por incapacidad.
Volvamos al tema geopolítico. Mirémonos en el espejo de países estables como Colombia, Perú y Chile. Chile era ejemplo a seguir, sus leyes, muchas de las cuales copiamos, y sus instituciones eran la envidia de la región. Hoy se protesta por nada y se lleva al país al caos.
Colombia permitió entrar cinco millones de venezolanos, la mayoría honestos ciudadanos, desesperados del clima político y económico, pero en el paquete, como sucedió con los miles que llegaron a Estados Unidos, procedentes del Puerto de Mariel, en Cuba, mansos y cimarrones, Fidel Castro aprovechó para vaciar sus cárceles de indeseados y mandarlos a Estados Unidos.
Estas migraciones se aprovechan para sembrar intranquilidad, inseguridad en Colombia y en Chile. Perú, con la elección de un analfabeto y no dejemos a un lado a El Salvador, un régimen donde se decide todo bajo la voluntad de un solo hombre, por Twitter.
Nosotros, sin embargo, somos la envidia de la región, podemos terminar el año con un crecimiento del trece por ciento, recuperación de zona franca e industrias y el sector turístico camino a una de sus mejores temporadas de fin de año y los medianos y pequeños empresarios también en proceso de recuperación.
¿Cómo hacemos entonces, para reducir la brecha entre los que tienen mucho y los que no tienen nada? Esto tiene que ser un trabajo entre gobernados y gobernantes. El sector empresarial debe poner de su parte, el gobierno tiene que seguir con la reducción de gastos como lo viene haciendo y la sociedad con críticas constructivas, todos podemos aportar de miles maneras.
No es sólo criticando en los programas de YouTube. Muchas veces en programas que admiro y sigo, sólo veo críticas y eso destruye la sociedad y cualquier intención de cambio se hace mucho más difícil.
El país fue dichoso en las elecciones pasadas, el cansancio lógico de muchos años de gobierno, con luces y sombras, como todo en el mundo, podía habernos conducido a un Maduro, Pedro Castillo o Bukele, con su estilo moderno, un dictador de nuestros tiempos.
Sólo hablamos de los problemas de nuestra región, pero miremos más al norte, enfrentamientos entre blancos, latinos, negros, asiáticos. Una sociedad en camino de descomponer la familia, porque ya no es un problema de respeto a la diversidad, es una campaña de adoctrinamiento de que todo está bien y que nada está mal.
Apoyemos las medidas del gobierno; están bien encaminadas, algunas que esperamos por mucho y ahora hay que dar tiempo para que den frutos y si hay que mejorarlas, hacerlo también.