Toda crisis es una oportunidad

 Federico A. Jovine Rijo

Para el viejo Lao, la lucha entre unos opuestos intrínsecamente complementarios era una constante en el universo, el fundamento del engranaje esencial sobre el que se movía todo. La materialidad se construye cuando se contrastan entre sí las diversas formas en que se expresa la realidad.

En esa lógica, lo negativo que ocurre en un lugar se puede manifestar como positivo en otro. Es penoso decirlo, porque duele, pero a ojos vistas, la gobernabilidad colapsa en Latinoamérica. El torbellino de inestabilidad que devora la región parece que no parará por ahora; desde Colombia a Argentina, el subcontinente bulle como una inmensa caldera que amenaza con derramarse y quemarlo todo.

El capital rechaza la inestabilidad política. La inversión extranjera y local necesitan reglas claras y transparentes; un sistema de justicia garantista; incentivos, pero también estabilidad y confianza.

Sin la certeza de que las condiciones no cambiarán de un momento a otro, los empresarios difícilmente unirían la suerte de su capital con la del país en donde invierten.

El desafío está servido: los problemas de Argentina, Chile, Ecuador, Perú o la incipiente inestabilidad de Colombia nos obligan a que, como Estado, diseñemos e implementemos una estrategia de captación de las empresas y capitales de esos países que buscan seguridad y un mejor clima de inversión. Desde el punto de vista macro, los indicadores esenciales de nuestra economía proyectan una imagen de solvencia. Nuestro marco legal tiene importantes desafíos, pero, en sentido general, incentiva y promueve la inversión, sin olvidar que lo más importante es, sin duda, el clima de paz que vivimos, que se soporta en la madurez de un sistema de partidos —y de políticos— que creen en la democracia, la alternancia, el diálogo y el consenso.

Toca pues al gobierno reforzar los mecanismos de promoción del país. Al destino hay que venderlo, la Cancillería debe instruir a su personal de primer nivel para que, en los países en donde estén acreditados, realicen rondas de promoción y contactos dentro del sector empresarial.

Dicho desde la [in]corrección política, para que las empresas y capitales de esos países se vayan a México, Panamá o Miami, que vengan aquí. Una de las apuestas más ambiciosas a largo plazo de Luis Abinader es convertir el país en un Hub logístico que atraiga inversiones, por eso, de la mano con el sector privado es deber del gobierno desplegar una ofensiva diplomática que comunique de manera efectiva las bondades, beneficios e incentivos que tendrían los empresarios que decidan mover al país sus inversiones y operaciones.

Los problemas que enfrentan nuestros hermanos países no nos son ajenos, porque, así como la suerte es aleatoria la desgracia también. Digamos que hemos hecho nuestro mejor esfuerzo en preservar y mantener nuestro clima de estabilidad y crecimiento, y aunque con la redistribución de la riqueza tenemos grandes pendientes, quizás con nuevas ideas y aportes encontremos formas y maneras de crecer más equitativamente.

El ferrocarril de la historia a veces parte antes de tiempo, por eso hay que estar atentos.

Toda moneda tiene dos caras, mostremos lo mejor de nosotros y hagamos que esos capitales que se sienten amenazados en sus países de origen confíen en nosotros y vean en nuestra realidad una oportunidad de crecer juntos.

Listín Diario

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