Tres elementos para generar una real transformación en la R.D. (2/3)

Samuel Luna

El segundo elemento para generar una real transformación en la República Dominicana es la *institucionalidad.*

La institucionalidad tiene que ver con crear sistemas para que todo funcione de manera descentralizada, son normas que nos ayudan a reducir las tensiones e incertidumbres; un país que opere con reglas claras incentiva el crecimiento de la economía.

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Es imposible operar con reglas claras si no hay transparencia y confianza. El domingo pasado expresé que el liderazgo es clave y determinante para que una nación salga de la mediocridad y de la pobreza.

Decía que: “Si realmente queremos ver cambios sustanciales, como lo hubo en Singapur, en Barbados, en El Salvador, en Corea del Sur, debemos estar bien claros qué es un líder, y para ser más específico, un líder de Estado o del país. El líder debe tener visión, saber dónde estamos y hacia dónde debemos ir. También debe poseer pasión, esto tiene que ver con el sufrimiento, sentir calor, entusiasmo”.

Yo diría que la institucionalidad es el termómetro que refleja dónde está el líder y el país; la institucionalidad es como las arterias, que transportan la sangre desde el corazón hacia el resto del cuerpo. 

Usando un figurativismo, podríamos decir que las arterias es la institucionalidad que impulsa los elementos que dan vida a la totalidad, esa totalidad es impulsada y promovida por el corazón, el corazón es el líder, es el poder ejecutivo. Un líder que no apoye, que no desarrolle e implemente la institucionalidad en el Estado dominicano, está eligiendo el camino hacia la pobreza y el caos.

No generará confianza en los sectores empresariales e inversionistas; y como resultado, no será posible una real transformación.

Cuando los ciudadanos detectamos la confianza, “y no una confianza basada en relaciones amigables”, se genera un sentir de seguridad para todos, no solo para un sector privilegiado. Quiero ampliar un poco el término seguridad dentro del contexto sociológico. 

Nuestra cultura es muy relacional y esto nos genera una bifurcación en el comportamiento político. Como dominicanos se nos hace difícil motivar y propulsar un sistema institucional que nos beneficie a todos; el problema radica en que somos una cultura relacional y las relaciones las ponemos por encima de lo establecido. Un país de esa manera funciona pero no se desarrolla.

El sociólogo japonés, Yukio Yamagishi nos aclara este fenómeno, el hace una diferencia entre confianza y seguridad; Yukio expresa que existe una sociedad colectivista y una sociedad abierta, la sociedad colectivista tiende al favoritismo intra-grupo”, todo el éxito personal, operaciones sociales y de negocios depende de construcción previa de fuertes relaciones, privilegios y compadreos.

¿Podríamos decir que la República Dominicana es una sociedad colectivista? Claro que sí, y esto genera seguridad en algunos sectores pero al mismo tiempo destruye la confianza que debe generar una real institucionalidad.

Hasta ahora, todos los gobiernos han operado en un círculo de compadreo y en relaciones previas y sustentadas; entendiendo esta realidad cultural, pero no saludable, todo proceso de institucionalidad debe ponerse por encima de las relaciones personales, cada persona o sector debe ser sometido a seguir las normas ya establecidas. Ya lo sabemos, que cualquier presidente o líder debe de implementar cabalmente un sistema abierto que realmente funcione. Si queremos que reine la institucionalidad, entonces debemos exigir que el presidente de turno opere en base a los sistemas ya existentes; y al mismo tiempo, se debe supervisar, controlar y penalizar en caso que alguien no se someta a lo ya establecido. Debemos terminar con las prácticas que generan impotencia, pobreza, inestabilidad y anciedad. Donde no existe la institucionalidad reina de desconfianza y la pobreza. La pregunta que debemos de hacernos es la siguiente: ¿Qué haremos?

Fuente Hoy

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