Trump cambia de postura sobre la guerra en Ucrania y podría buscar distanciarse

El presidente Donald Trump ha mostrado cada vez menos interés en mediar en un acuerdo de paz, sumarse a las “garantías de seguridad” europeas para Ucrania o compartir inteligencia con los ucranianos.

Dos hombres uniformados dentro de una suerte de trinchera dentro de la que caen restos y humo.

Por David E. Sanger

The New York Times

A los ocho meses de haber iniciado su segundo mandato, el presidente Donald Trump ha hecho una declaración sobre Ucrania que suena vagamente a las que solía hacer su predecesor, el presidente Joe Biden. Con la mezcla adecuada de valentía, ingenio y armas de la OTAN, afirmó el martes, Ucrania podría obligar a Rusia a retirarse del territorio del que se ha apoderado en tres años y medio de guerra brutal.

Pero si quitamos lo superficial, parece haber un deseo más profundo oculto en el cambio de postura de Trump durante las reuniones de la ONU en Nueva York esta semana. Trump parece querer lavarse las manos en el conflicto ucraniano, después de no haber conseguido sentar al presidente Vladimir Putin a la mesa de negociaciones, y de haber perdido toda posibilidad de actuar como mediador entre las dos partes enfrentadas.

Como ocurre con muchas declaraciones políticas de Trump, es difícil adivinar lo que cree de verdad, e imposible asegurar que no volverá a cambiar de postura. Es muy voluble. Sus puntos de vista sobre política exterior, según antiguos ayudantes, suelen estar más motivados por el resentimiento y la sensación de que se le ha faltado al respeto que por el análisis estratégico.

Y a sus propios asesores clave pareció tomarles por sorpresa su repentina conclusión de que Ucrania, tras años de lucha, es de repente capaz de recuperar la quinta parte del país que ahora ocupan los soldados del presidente Vladimir Putin.

La misma tarde en que Trump emitió su conclusión sobre Ucrania, el secretario de Estado Marco Rubio —quien también actúa como asesor de seguridad nacional— repitió la vieja máxima del gobierno de que la guerra en Ucrania “no puede terminar militarmente”, y predijo que “terminará en una mesa de negociaciones”.

Los funcionarios de la Casa Blanca no respondieron oficialmente a las preguntas sobre la nueva estrategia de Trump. Pero un alto funcionario de la Casa Blanca argumentó que, durante el gobierno de Biden, Estados Unidos solo tenía una opción, financiar indefinidamente a Ucrania, y no había negociaciones en curso con Rusia. El funcionario dijo que Trump seguía dispuesto a imponer una ronda de aranceles contra Moscú —no sanciones tradicionales—, pero solo si Europa dejaba de comprar toda la energía a Rusia.

Varios expertos que han seguido la búsqueda de ventajas tácticas por parte del presidente en sus relaciones con Rusia y Ucrania dijeron que es posible que no haya cambiado mucho en absoluto.

“El cambio es de análisis y no de política”, dijo Richard Fontaine, director ejecutivo del Centro para la Nueva Seguridad Estadounidense y exasesor del senador John McCain. “Trump oscila entre visiones extremas de la situación: antes, Ucrania no podía ganar porque Kiev no tenía cartas que jugar, y ahora puede recuperar todo su territorio porque Rusia es simplemente ‘un tigre de papel’”.

“Cualquiera de los dos puntos de vista parece minimizar el papel de Estados Unidos en la guerra”, concluyó Fontaine, quien ha escrito mucho sobre estrategias para ayudar a Ucrania. “Él no sugiere ningún cambio en la política estadounidense. No hay un nuevo llamamiento a un alto al fuego o a un acuerdo de paz, ni nuevas sanciones, ni nuevos plazos, ni nuevo apoyo militar a Ucrania, más allá de las armas que la OTAN compra a Estados Unidos”.

Por estas razones, los aliados estadounidenses en las Naciones Unidas no parecían impresionados. El primer ministro británico, Keir Starmer, señaló durante una conferencia de prensa con Trump en el Reino Unido hace una semana que Putin respondía solo a la fuerte presión liderada por Estados Unidos; la insinuación de Trump de que se mantendría al margen, dijo un alto funcionario británico, no parecía que fuera a cambiar el statu quo.

El senador Mitch McConnell, republicano por Kentucky y exlíder de la mayoría del Senado, quien ha sido durante mucho tiempo partidario de Ucrania, emitió una declaración tras el anuncio de Trump en la que, en primer lugar, celebraba el aparente apoyo del presidente a Ucrania y, a continuación, acusaba a su propio gobierno de socavar ese apoyo.

“El presidente ha identificado a Rusia como el agresor”, escribió, y añadió que “su gobierno debe actuar en consecuencia. Si los altos funcionarios del Departamento de Defensa siguen culpando a los aliados de la OTAN de provocar a Rusia, congelan o limitan la ayuda de seguridad a Ucrania o se oponen a nuevas inversiones en cooperación de seguridad con Ucrania y los aliados vulnerables de la OTAN, desafiando el apoyo expresado de forma abrumadora por los republicanos de la Cámara de Representantes la semana pasada, están socavando los esfuerzos del presidente Trump para poner fin a la guerra”.

Y añadió: “El comandante en jefe no debe tolerar una elaboración de políticas tan libre que debilite su influencia y socave las inversiones en la paz a través de la fuerza”.

Aunque McConnell tuvo cuidado de no ser demasiado específico, parecía referirse a los anuncios del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y de sus principales ayudantes sobre reducciones en el entrenamiento militar y otras ayudas a naciones vulnerables que comparten frontera con Rusia. Esto ha llevado a algunos expertos a instar a enfocarse en lo que gasta el gobierno, más que en lo que dice el presidente, para medir el apoyo estadounidense a Ucrania.

Laura Cooper, quien fue alta funcionaria del Pentágono durante el gobierno de Biden y responsable de Rusia y Ucrania, señaló el miércoles que durante los tres primeros años de la guerra, hubo “una división aproximadamente a la mitad en la ayuda de seguridad estadounidense y europea a Ucrania”, tanto para luchar en la guerra como para construir una fuerza militar que pudiera disuadir a Rusia en el futuro. “Hoy, la parte estadounidense de la ayuda ha desaparecido. Los europeos por sí solos pueden ayudar a mantener a los ucranianos en la lucha, pero no está claro cómo pueden ayudarles realmente a ganar la paz sin la ayuda estadounidense”.

Putin, señaló, “siempre observa el apoyo estadounidense a Ucrania en términos materiales, no solo retóricos. Ningún otro país disuade a Rusia como Estados Unidos”.

En tanto, el presidente Volodímir Zelenski hizo todo lo posible por verse entusiasmado con el cambio retórico del presidente, y dijo que “cambia las reglas del juego”.

Zelenski tenía motivos para celebrar: su prolongado esfuerzo por recuperar la simpatía de Trump, después de su famoso enfrentamiento en el Despacho Oval en febrero, había dado frutos. Trump ya no lo presionaba para que cediera tierras a cambio de la paz, lo que podría ser un suicidio político para el presidente en tiempos de guerra. Además, Trump, abiertamente molesto con Putin, podría haber estado presionando al líder ruso para que hiciera concesiones, en lugar de a Zelenski.

(De ser así, el Kremlin no pareció impresionado: Dmitri S. Peskov, el portavoz del Kremlin, dijo desdeñosamente: “La afirmación de que Ucrania puede recuperar algo peleando es errónea”. Luego declaró a una emisora de radio rusa que “Rusia no es en absoluto un tigre. Se asocia más con un oso. Y no existe el oso de papel”).

Pero después de que Trump abandonara Nueva York, quedó claro que Zelenski volvía a estar donde siempre había estado: muy necesitado de dinero, tecnología, inteligencia, soldados renovados y apoyo para una guerra que ha durado casi tanto como la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

En su discurso del miércoles ante las Naciones Unidas, Zelenski dijo a los representantes de las naciones miembros que había aprendido algunas cosas. El conflicto con Rusia se vio agravado por el “colapso del derecho internacional y la debilidad de las instituciones internacionales”, una aparente referencia al propio organismo mundial.

La seguridad, dijo, no proviene de leyes y resoluciones, sino de “amigos y armas”.

“Ucrania es solo el primero, y ahora los aviones no tripulados rusos ya vuelan por toda Europa, y las operaciones rusas ya se extienden por los países”, dijo Zelenski, en referencia a los incidentes de este mes en los que aviones no tripulados rusos sobrevolaron Polonia y aviones de combate rusos permanecieron en el espacio aéreo estonio durante 12 minutos, lo que puso a prueba las defensas de la OTAN.

Zelenski siempre ha sabido que su argumento más poderoso es que, si tiene éxito en Ucrania, Putin no se detendrá allí.

“Detener a Rusia ahora es más barato que preguntarse quién será el primero en crear un simple avión no tripulado que lleve un arma nuclear”, dijo.

David E. Sanger cubre el gobierno de Donald Trump y una amplia gama de temas relacionados con la seguridad nacional. Ha sido periodista del Times durante más de cuatro décadas y ha escrito cuatro libros sobre política exterior y retos de seguridad nacional.

The New York Times

Comentarios
Difundelo