Ucrania: orígenes de una guerra
Por Miguel Mejía
La guerra de Ucrania no comenzó el 24 de febrero del 2022, como pretenden los propagandistas satélites de la OTAN y sus aliados. No es casual que se intente confinar los orígenes del conflicto a algo más de un mes, al tiempo en que las tropas rusas cruzaron la frontera y comenzaron una ofensiva sin que, hasta el momento, se vislumbren señales positivas de alto al fuego.
Ninguna guerra surge de la nada, ni obedece solo a ambiciones personalistas. Las guerras son, por definición, expresiones de la política por otros medios, a saber, violentos, y la política es, a su vez, la expresión concentrada de la economía. Partiendo de estas premisas, las guerras, todas, hunden sus raíces y se alimentan de intereses políticos, y en última instancia, económicos; expresan los objetivos vulgarmente materiales a lograr por parte de los grupos, clases y sistemas que las promueven para alcanzar lo que no se puede lograr por los canales habituales.
La guerra de Ucrania no es una excepción y sus objetivos ocultos, no los que machacan de forma simplista los medios occidentales, precisamente para que no podamos identificarlos, nada tienen que ver con democracia, libertad, independencia, soberanía ni valores. Estas son las justificaciones, las coartadas para hacer de este conflicto una causa popular, hermosa, heroica y respaldada por la opinión pública mundial; son las hojas de parra para ocultar que se trata de un burdo conflicto hegemónico, mediante el cual los Estados Unidos y sus aliados, buscan desesperadamente frenar y aplastar a las potencias emergentes o reemergentes que amenazan seriamente su liderazgo y preponderancia mundial, especialmente Rusia y China. Es una guerra tan cargada de bajezas y ambiciones como lo han sido siempre las guerras imperialistas, esas que nunca han titubeado en sacrificar a millones de personas con tal de maximizar las ganancias y repartirse colonias y mercados, afianzando su hegemonía a nivel mundial.
Para entender a profundidad lo que está sucediendo ante nuestros ojos, y no convertirnos en cómplices útiles de quienes atizan y se benefician con esta guerra, debemos remontarnos al surgimiento de Ucrania, como nación independiente, algo que solo fue posible, en su dilatada historia de subordinación a suecos, polacos y rusos, a partir del 30 de diciembre de 1922. Los bolcheviques, que habían tomado el poder en Rusia mediante la revolución de 1917, promulgaron la constitución de la República Soviética de Ucrania, junto a otras 14, mediante el Decreto sobre las Nacionalidades. Los pequeños pueblos del antiguo imperio ruso obtuvieron, de esta manera, el derecho a la autodeterminación.
En los años 30 del siglo pasado comenzó el auge del nacionalismo ucraniano, asociado a la figura de Stepan Bandera (1909-1959). Los nacionalistas de esta época no solo eran antirrusos y antisoviéticos, sino también antisemitas y anti eslavos.
Proclamando su procedencia escandinava, llamaban a expulsar o aniquilar a los demás pueblos que habitaban Ucrania. No les fue difícil sintonizarse con el Tercer Reich alemán: Bandera y sus seguidores se pusieron a sus órdenes, colaborando con el exterminio de judíos, polacos y rusos, combatiendo al Ejército Rojo.
Tras el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas ucranianos continuaron combatiendo al poder soviético mediante sabotajes y guerra de guerrillas. La última acción de los mismos se registró en 1956. Derrotados, muchos de ellos emigraron a Europa Occidental y Estados Unidos, entre ellos Bandera.
Dentro de la política de pacificación aplicada por las autoridades de la URSS en Ucrania, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se inscribe la cesión de la región de Crimea a la República Socialista Soviética de Ucrania, por parte de la República Socialista Federativa Rusa, mediante el decreto del Soviet Supremo del 19 de febrero de 1954. Ucrania compartió, a partir de entonces, el mismo destino que las demás repúblicas soviéticas, hasta que llegó al gobierno Mijaíl Gorbachov, con su programa de cambios conocido como la Perestroika.
Durante 1989 se producen sucesos en cadena, que cambiaron el ordenamiento geopolítico mundial y que proyectan su sombra hasta el presente, relacionados con la crisis en Ucrania. En enero de ese año se produce la retirada definitiva de las tropas soviéticas en Afganistán. Entre agosto y diciembre, las fuerzas antisocialistas, apoyadas por Occidente y los Estados Unidos, logran imponerse en Polonia, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia y Rumanía. El 9 de noviembre de este año cae el Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría.
En 1990 varias repúblicas soviéticas comienzan un proceso de independencia, comenzando por Lituania y Estonia (marzo), Letonia (mayo), Moldavia (junio) Bielorrusia y Rusia (julio) y Armenia (agosto). El 16 de julio de 1990, la Rada Suprema de la República Socialista Soviética de Ucrania aprueba la Declaración de la Soberanía Estatal de Ucrania, la cual incluía el principio de autodeterminación de la nación ucraniana, el gobierno popular, la independencia económica, el desarrollo de la cultura autóctona y la seguridad nacional, entre otros.
En 1991, se realiza un referéndum en 9 de las repúblicas que constituían la URSS. Según sus resultados, el 78% de los electores votaron a favor de mantenerse dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El 23 de abril, esas 9 repúblicas, entre las que se encontraba Ucrania firmaron un acuerdo para transformar la URSS en una federación de repúblicas independientes con un presidente, política exterior y militar común. En agosto, Ucrania decide no ratificar su adhesión al acuerdo.
Tras producirse el intento de golpe de Estado en Moscú, del 24 de agosto de 1991, el parlamento ucraniano aprobó el Acta de la Declaración de Independencia de Ucrania, según la cual se declaraba a la nación como regida por un estado independiente y democrático. El referéndum popular del 1 de diciembre de 1991, ratificó la independencia con más del 90% de los votos.
El 8 de diciembre de ese año se firma el Tratado de Belavezha, mediante el cual se disuelve la URSS y se crea la Comunidad de Estados Independientes formada por Rusia, Ucrania y Bielorrusia. El 25 de diciembre, Gorbachov renuncia al cargo de presidente de la URSS. El 26 de diciembre, la bandera imperial rusa es izada en el Kremlin.
En 1994, mediante la firma del Memorándum de Budapest, Estados Unidos, Rusia, Ucrania y el Reino Unido acordaron devolver a Rusia las más de 3,000 armas nucleares ubicadas desde tiempos de la URSS en territorio ucraniano. En aquellos momentos, dada la inestabilidad en la región, Occidente temía que algunas de esas armas pudiesen caer en manos de radicales y terroristas, por lo que todas las partes estuvieron de acuerdo en dar ese paso, lo que hoy, a la luz de la guerra en Ucrania, es negado u ocultado.