Ultima parada, la paz: miles de ucranianos llegan a Hungría en 24 horas

Zahony (Frontera de Hungría con Ucrania), 25 feb (EFE).- Siete kilómetros y una parada de tren es el último tramo de un viaje que lleva de un país en guerra, Ucrania, a la seguridad de Hungría, dentro de la Unión Europea (UE).

Zahony es la última localidad húngara antes de la frontera, al otro lado se encuentra Chop, un pequeño pueblo de Ucrania, un país en guerra desde que Rusia lanzara en la madrugada del jueves una oleada de ataques. Ambas localidades están conectadas por un cercanías.

Pese a la escasa distancia, el tren de las 15.30 llega con 80 minutos de retraso. Mujeres y niños son la inmensa mayoría en el convoy. Atrás dejaban a maridos, hijos y familiares debido a la movilización militar de todos los hombres de edad adulta.

Una de las que acaba de llegar es Krisztina, una chica de 25 años con cara de cansancio que sostiene en brazos a un pequeño perro que tirita y al que trata de tranquilizar y dar calor.

«He llegado de Kiev esta madrugada con mi familia», cuenta. A su lado se encuentran sus dos hermanas y su madre. Su plan es permanecer cerca de la frontera y volver a Kiev lo más pronto que puedan.

«No pensamos quedarnos mucho tiempo. Esperamos que en uno o dos días la situación se tranquilice», dice de manera optimista.

«En Kiev -a más de 800 kilómetros- la situación es muy mala, muchos se fueron de la ciudad a las zonas occidentales del país, donde han vaciado los albergues estudiantiles para hacer sitio a los refugiados», explica.

Muchos de los que se han quedado en la ciudad buscan refugio en el metro «hasta que pase lo peor» de los bombardeos.

Krisztina es una de las 150.000 personas que forman la minoría magiar en Ucrania y muchas de ellas tienen familiares en Hungría donde se pueden alojar.

ASILO TEMPORAL

En la estación de tren voluntarios de la Iglesia Reformada de Hungría reparten agua, algo de comida y productos básicos de higiene a los recién llegados.

Según Márton Juhász, que supervisa la entrega de ayudas allí, miles de ucranianos han llegado en las últimas 24 a Hungría aunque su número es muy difícil de concretar ya que la mayoría se aloja en casa de familiares y muy pocos llegan a los centros habilitados.

«No sabemos exactamente cuánta gente llegó por este cruce, pero según informaciones de mis colegas seguramente son varios miles los que han llegado al país en tren o en coche desde anoche», explica.

Según Juhász, muchos hombres ucranianos abandonaron sus hogares anoche, antes de que se prohibiera la salida del país a los varones de entre 18 y 60 años.

«Hoy ya llegan principalmente mujeres con sus hijos», la mayoría en tren, pero también hay familias que cruzan la frontera a pie.

El Gobierno húngaro -conocido por su rechazo a los inmigrantes- anunció que todos los que llegasen desde Ucrania recibirían asilo de forma temporal.

La guerra en la vecina Ucrania ha despertado en Hungría solidaridad y recuerdos del aplastamiento en 1956 de una revolución antisovietica en Budapest que obligó a huir del país a unas 200.000 personas.

UN PUNTO DE ENCUENTRO

A poca distancia, en el cruce por carretera hacia Ucrania, una fila de coches espera la llegada de familiares desde Ucrania. Es un punto de encuentro. En los coches hay mujeres y niños que esperan a familiares o amigos que viven en Hungría para que los lleven a un lugar seguro.

Alexa, una mujer de unos 30 años, dice que conducirán hasta Eslovaquia y se quedarán allí durante una temporada. A su lado, su madre intenta decir algo sobre el motivo de su huida de Ucrania pero apenas logra gesticular antes de llorar.

En el cruce no hay muchas personas, pero sí un flujo constante. Entre quienes esperan hay una pareja de italianos de cerca de 60 años, se mueven nerviosos en el frío y buscan con cara de angustia un punto de acceso a internet.

Antonio, con los ojos rojos de cansancio, relata en italiano que han venido en coche desde Roma, sin dormir y casi sin hacer paradas, para recoger allí a su hija y a su nieta, que viven en Kiev. El marido de su hija, ucraniano, no puede salir del país por la movilización para el Ejército.

«Quedan todavía horas para que lleguen, pero ya están de camino», dice con alivio después de haber conseguido intercambiar unos mensajes con su hija. «Volveremos a Roma, a un lugar seguro», añade.

Luis Lidón

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