Un beso, la muerte, Morrobel y la mafia
PABLO MCKINNEY
Uno navegaba sin rumbo entre el estupor de una muerte despistada, empecinada en mostrar sus garras y su poder de desaliento y frustración. Andaba uno, vencido, buscando en el infinito explicación, un lugar para enterrar tanta pena, para explicar lo inexplicable y lograr entender el despiste sin razón, la torpeza divina de un Dios que, distraído, a veces demuestra su humanidad y se equivoca. (Solo el amor salva porque como Dios consuela).
Entre golpes y golpes, el jueves aquí en el Distrito, el sábado en Santiago, a uno le sorprendió un domingo pesaroso que con retraso nos enfrentó a las mezquindades de nuestra fauna politiquera, con las redes sociales como armas de destrucción masiva de almas, expresión de frustraciones, resentimientos y odios casi todos. En esta parte es inevitable parafrasear a Lord Byron, porque tienen razón sus versos, “mientras más conozcas al hombre –(la Real PolitikRD y sus garras, p.m.)- más querrás a tu perro”.
Ahora piensa uno en tantos políticos dominicanos que con gran éxito y celebrados aplausos han superado a don Melesio Morrobel, el insufrible personaje creación del genio de Freddy Beras Goico.
Ahora resulta que ante algunos especímenes de nuestra fauna política, Melesio es un caballero de fina estampa, de modales exquisitos y esmerada educación doméstica. Morrobel ha sido superado con creces… y sobre todo con heces. Entre la muerte y Melesio Morrobel andaban las expresiones de nuestra selva de cibernautas, cuando nos encontramos con que la política dominicana -nuestra lucha electoral ilegal pero tolerada- ha superado a la mafia siciliana en su ley más obedecida e intocable: el respeto a la familia.
La reacción barriobajera de algunos, expresada sin remordimientos en sus redes sociales, indignados ante la hermosa “afrenta” de un beso feliz y enamorado de una señora dama a su señor marido, esposo, novio, amante y amigo; o sea, la reacción ante un beso que debió servir de ejemplo e inspirar amores nuevos o amores viejos que como los hijos nos salvan porque pueden ser o han sido motivos para vivir, todo esto nos dice que como sociedad naufragamos. ¡Qué arrabal tan amargo! ¡Quién podría imaginarlo! Unos políticos superan a Morrobel y la política supera a la mafia siciliana, pues no se detiene ya ni ante la familia. ¡Es el infierno, hermanos, es el infierno!
Listín Diario