Un día como hoy, 25 de noviembre

Tahira Vargas García

Hoy 25 de noviembre se recuerda uno de los crímenes más horrendos cometidos en la tiranía de Trujillo, el asesinato de las hermanas Mirabal y de Rufino de la Cruz, que las acompañaba. Un crimen de Estado.

Durante los 30 años de tiranía trujillista las niñas, adolescentes y mujeres vivían en inseguridad permanente, sus cuerpos estaban totalmente desprotegidos sujetos a la cosificación y disposición del tirano y su circuito familiar y gubernamental.

Los abusos sexuales eran ejercidos desde quien presidía el Estado y las instituciones, como por sus allegados en total legitimidad social, convirtiéndose las violaciones sexuales en asuntos privados del “Jefe” y los hombres que le rodeaban con apropiación total de las niñas, adolescentes y mujeres justificado desde frases como “las mujeres del Jefe” o “las que vivían con el Jefe”. Fenómeno legitimado socialmente vendido en el imaginario cultural como espontáneo y aceptado por la población femenina, siendo todo lo contrario. Miles fueron víctimas de violaciones y crímenes. Los feminicidios no se denunciaban ni se judicializaban, aceptados como “normales” igualmente las golpizas que los hombres le propinaban a las mujeres y su asesinato. Un problema íntimo en el que el sistema de Justicia no intervenía, “asuntos pasionales”.

Es una fecha en la que también se visibiliza la realidad de inseguridad, desprotección y violencia que vive actualmente la mayoría de la población femenina, víctima del ejercicio de la violencia sexual y física por las personas más cercanas, familiares, parejas y exparejas.

La incidencia de la tiranía trujillista y su aparato ideológico-cultural se perpetúa en la sociedad dominicana, sostenido en el fomento de la masculinidad violenta, las debilidades en la prevención, y persecución de la violencia de género, así como en la protección y acompañamiento de las víctimas.

El predominio del poder masculino en términos micro y macro territorial en el ámbito nacional continua, así como la normalización de la disposición y cosificación del cuerpo de las niñas, adolescentes y mujeres desde el acoso, abuso sexual, incesto y violencia. La apropiación pública del cuerpo de la población femenina se muestra en el sistema de salud, educación y en todos los ámbitos sociales.

No se les permite ejercer libremente sus derechos y decisiones sobre su cuerpo bajo la amenaza de expulsión y exclusión del sistema educativo, la negación del derecho a la salud integral en caso de tomar la decisión de interrumpir un embarazo fruto de una violación y la sanción social por “putas”, “cueros” o “aborteras”. Igualmente, se les niega el acceso a una educación sexual integral que le ofrezca herramientas para frenar el acoso, abuso y violencia de las que son víctimas continuamente.

Hoy

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