Un ejemplo: Racistas no somos, solidarios sí

HUGO GUILIANI CURY

La educación no solo es un derecho sino también una vía para romper el círculo vicioso de la pobreza. En el mundo en que vivimos millones de niños en la edad de recibir su educación primaria, no tienen acceso a esta. Esos niños generalmente viven en países pobres que se encuentran afectados por guerras, hambrunas y desastres naturales.

Al observar esa realidad, la Jequesa Moza bin Nasser, esposa del entonces Emir (rey) de Qatar, decidió que era necesario buscar una solución que aliviara el grave problema de la exclusión escolar en los países más pobres del mundo. Después de la realización de diversos estudios e inspirándose en los objetivos del Desarrollo para el Milenio, se concibió y formulo un programa que se tituló «Educando a Un Niño». Su objetivo sería educar millones de niños en edades entre 4 y 12 años que no tienen acceso a la educación. En su concepción inicial esos niños serian seleccionados de algunos países más pobres ubicados en la región Árabe, África y Asia. Posteriormente y al constatar que existían otras naciones tan necesitadas como las elegidas, la Jequesa decidió dar a su iniciativa una mayor cobertura mundial en la cual se incluirían otros países y ampliar el número de niños a educar que serian unos 61 millones. Este sería un ambicioso programa y también uno de los más completos tanto en su cobertura como en su contenido. Bajo ese esquema el programa incluiría la enseñanza, la construcción de los locales escolares, la alimentación, salud de los niños y la creación de oportunidades de trabajo para ellos y los padres. Para lograr esas ambiciosas metas se utilizarían recursos del Estado de Qatar y de empresas de esa nación, así como de organismos y contribuyentes privados de esas regiones. El programa seria dirigido por la Jequesa Moza bin Nasser, esposa del Ex Emir de Qatar y los principales socios estratégicos del programa además del Estado de Qatar y la Fundación de la Jequesa Moza serian: Exxon Mobil, Qatar Airways, la UNESCO, UNHCR, UNRWA y BHART FOUNDATION.

En el mes de abril del 2012 cuando esto comenzaba me reuní con algunos de sus ejecutivos y conversamos sobre el programa y sugerí la posibilidad de ampliar su cobertura para incluir países de América Latina. En esa reunión se nos informó que los países de América Latina y entre ellos el nuestro, no calificaban debido a que eran naciones de ingreso medio, lo cual era cierto. No me di por vencido y meses después sostuve una reunión con Marcio Barbosa. Esta persona de origen brasileño había ocupado la segunda posición en la Unesco y era uno de los principales asesores de la Jequesa Moza bin Nasser. En esa ocasión aproveche para indicarle que había un país de la región que sí calificaba en el programa. Ese era Haití. Esa nación, la más pobre del hemisferio y con un Estado Fallido era a nuestro entender un país que encajaba en ese programa y que debería ser incluido. Barbosa me indicó que estudiaría mi sugerencia. Poco después nos reunimos y este me señaló que preliminarmente habían determinado incluir a niños de Haití y de las poblaciones marginadas del territorio amazónico de Brasil. Meses después, la Jequesa Moza viajó a Estados Unidos a presentar el programa y en esa ocasión anunció oficialmente que se había ampliado el número de países y que tanto los habitantes de la zona amazónica de Brasil como Haití serían incluidos. Ese logro de incorporar a Haití y en el cual se educarían unos 400,000 niños, me llevó a dar un nuevo paso y sugerir a Mario Barbosa que se abriera una ventana dentro de ese programa para beneficiar a los niños de nuestro país que viven en la frontera con Haití. Le mostré que esa zona de mi país era muy pobre. Posteriormente converse con Barbosa, agregando un nuevo componente que era utilizar a República Dominicana como centro operativo del programa educativo. Les dije que nuestra estabilidad y las instituciones dominicanas ayudarían a dar soporte, continuidad y mayor calidad al programa en Haití. Argumente que si se incorporaban al programa educativo a los niños dominicanos de las provincias fronterizas eso sería un logro adicional para el programa. Esos argumentos permitieron mantener bajo consideración la propuesta dominicana de incluir unos 200,000 niños de la zona fronteriza, pero nunca recibí contesta. Eso a mi entender se debió a que en aquel entonces en Qatar hubo un cambio en el régimen y bajo el cual el Emir Hamad bin Jassim Al Thani fue reemplazado por su hijo el príncipe Tamim, el cual tenía otras prioridades presupuestarias. También incidió el compromiso que Qatar había asumido con la celebración del mundial de futbol en 2022 así como la posterior pandemia del COVID-19. A mi entender todos esos aspectos dieron lugar a que ciertos programas fueran eliminados y otros recortados o aplazados. Es posible que eso ocurrió con el programa «Educando a Un Niño» y que a la vez tuvieran que posponer durante años algunas de sus iniciativas y que entre ellas estaba la que se desarrollaría en Haití. El tiempo transcurrió y mi misión diplomática en Qatar terminó. No obstante, de vez en cuando me informaba sobre la evolución del programa. En Julio del 2022 supe que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Education Above All (EAA) firmaron un acuerdo para apoyar el programa de Haití. Esa fue una buena noticia, pues daba seguridad al programa que se realizaría en Haití. Aun así, me da la impresión de que la situación de caos que tiene esa nación impide la realización del programa. Es en esta situación que nuestro país pudiera retomar la iniciativa que hace años tuvimos de abrir una ventana para incorporar unos 200,000 niños de nuestra frontera al programa. Por ahora me limitaré a sugerir que estratégicamente nuestros primeros pasos en la búsqueda de ese objetivo sería contactar al BID para conocer sus puntos de vista, y con esa información delinear una nueva estrategia para convencer a la fundación de la Jequesa Moza, igualmente indicar que una acción de esta naturaleza debe ser realizada por las instituciones privadas vinculadas al sector educativo con la ayuda del gobierno dominicano.

En síntesis, podría decir que la gestión diplomática que realicé fue positiva para Haití, logrando que unos 400,000 niños haitianos de 4 a 12 años sean debidamente educados y la vez sus padres reciban una cierta ayuda para que esos hogares sean también un soporte al proceso educativo. La participación del BID con la fundación Qatar dan seguridad a la continuidad de este esfuerzo.

Al ver la prensa de hoy he podido leer que Mario Vargas Llosa recibiría la ciudadanía dominicana. No puedo dejar de recordar el día que leí su artículo «Los Parias del Caribe», con el cual los dominicanos nos sentimos humillados y entre ellos quien esto escribe. Desde ese entonces hemos estado combatiendo los embates que nos han llegado desde el exterior. En mi caso tuve que refutar a nuestra laureada escritora Julia Álvarez Tavares quien en el New York Times publicó una carta y más luego un artículo tildando a los dominicanos de racistas. La acción que realizamos y que hemos relatado es una prueba de nuestra solidaridad con ellos. No somos racistas y hemos tratado de ayudar a nuestro vecino. Espero pues que el ilustre escritor dominicano algún día rectifique y escriba un artículo que titule «Los Solidarios del Caribe» y que lo haga pensando en la definición que Pierre Lerroux le dio a la palabra «solidaridad».

Fuente Listín Diario

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