Un hasta luego al poeta

Por Charlie Núñez

Le conocí a principio de los años 80; él tenía sus oficinas en el segundo piso del edificio Baquero, espacios que compartía con su compadre “Punko”; yo compartía junto a tres compañeros más espacios físicos en el quinto piso del referido edificio.

Presidía su agencia “Punto Publicitario”, y un equipo de jóvenes, egresados unos y estudiantes aun otros de la carrera publicidad de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; desde el taller gráfico Idegraf, le brindábamos apoyo en las áreas de arte y creatividad.

Yo venía de trabajar como director de arte en una agencia publicitaria y, por ser el de más experiencia en el equipo, me tocó hacer la transición hacia la creatividad.

Para la época, la mayoría de los creativos publicitarios provenían del mundo de la poesía y allí estaba él, batallando con las palabras para convertir la poesía en publicidad.

“Es tiempo de béisbol.

Nuestro pasatiempo mejor

Y debemos disfrutarlo

Con un buen trago de ron”

Bermúdez, tradición de calidad

No es kLK, pero así funcionaban los textos publicitarios en aquellos días, esa fue una de las perlas que nos regaló el poeta.

Como redactor de texto recibí su influencia, al igual que la de Yaqui Núñez, lamento que hoy nos haya dejado solos en este plano terrenal y que la gran mayoría de jóvenes no conozcan su grandeza intelectual y espiritual.

Hablo de José Rafael Lantigua; con el perdón de mis amigos que han ocupado esa posición, para mí la más exitosa gestión en el Ministerio de Cultura de la República Dominicana.

Apenas el domingo les comentaba a unos amigos que le visitaría para hacerle entrega de mis más recientes publicaciones. Estuve en su casa cuando le hice entrega de mi libro “Si no somos nosotros”, me decía José Rafael, “Cuando se escriba la historia de ustedes los historiadores”, le interpelé, diciéndole: “Lantigua, yo no soy historiador”. Me contestó: “Tú no lo eras, ya sí”. Se refería a mí como historiador por el contenido de la obra que ponía en sus manos.

No llegué a visitarle esta vez, pero me quedo con la satisfacción de haberle conocido, tratado y de haber sido su amigo.

Hasta luego, José Rafael.

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