Un INTRANT en modo análogo

 Federico A. Jovine Rijo

“Poner un block mal y ponerlo bien cuesta lo mismo”. Eso me dijo Ico Abréu un día mientras –como arquitecto–, analizaba las fallas de una obra estatal que bien podían haberse evitado con un poco de interés y rigor profesional, pero que hecha por el Estado, no tenía dolientes; práctica de gestión pública en donde gerentes que no gerencian y funcionarios que no funcionan, son proclives al manejo displicente de recursos y reincidentes al momento de repetir aquellas prácticas del pasado que se supone que quedaron atrás.

Así las cosas, no hay necesidad de entrar en consideraciones legales sobre la suspensión dispuesta por la Dirección General de Contrataciones Públicas (DGCP) del contrato suscrito por el Instituto Nacional del Tránsito (INTRANT) para la instalación de una red de semáforos en el Gran Santo Domingo, porque eso será dilucidado en las instancias administrativas y jurisdiccionales competentes y será allí –no en las redes o la prensa– donde se ponderarán medios de prueba, alegatos y responsabilidades.

El INTRANT tomó la decisión de apostar todo al discurso de la Inteligencia Artificial como panacea única para resolver el caos del tránsito. Sus razones técnicas tendrá y está en su derecho, pero obvió que existe una realidad que se manifiesta en cada intersección mediante un irrespeto temerario hacia la autoridad por parte de los conductores, que tiene mucho que ver con nuestra idiosincrasia, pero, sobre todo, con la permisividad e impunidad con que los agentes de la DIGESETT administran el tránsito y en la negativa del INTRANT de aceptar que uno de los problemas de fondo es la educación vial, y actuar en consecuencia.

Al margen de que sea un pleito entre empresarios y que existan intereses de por medio, el hecho de que la DGCP suspendiera el contrato bajo el presupuesto de “haber observado de manera preliminar hallazgos e indicios que pudieran dar cuenta de irregularidades graves por violaciones al debido proceso”, ya era motivo suficiente para que el INTRANT, garante de la transparencia del proceso, validara la decisión y se sumara a ella en modo activo. Pero no ha sido así, y, lejos de aceptar que existe la remota posibilidad de que presuntamente haya sido víctima de una trama, enarbola el discurso de la transparencia del presidente Abinader como chaleco blindado ante críticas ciudadanas.

La necesidad de organizar el tránsito, dotar al país de un sistema que garantice un orden vial, un registro vehicular y un sistema de consecuencias, así como dotar al Estado de un instrumento que fortalezca la seguridad ciudadana, es un tema de interés nacional que merece todo el respaldo ciudadano, y esto se podía lograr de una manera incuestionada con el apoyo -no el cuestionamiento- de la DGCP, pero no ha sido así.

Mientras tanto, los cacareados semáforos inteligentes esperan, como igual se esperan los estudios técnicos que avalen la pertinencia de los cambios de vías realizados, los pares viales propuestos, las iniciativas cuestionadas como la Ciclovía y Parquéate Bien, entre otras.

La Inteligencia Artificial no ha [a]prendido aún, así que tendremos que seguir gestionando el tránsito con agentes análogos, y, mientras pienso en eso, el semáforo cambia a verde y yo sigo en el mismo tapón.

Listín Diario

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