Valentía frustrada, creatividad interesada
Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.[email protected]
En su pastoral del 21 de enero, 2022 con motivo de la solemnidad de Nuestra Señora de La Altagracia, nuestros obispos nos proponen imitar la “valentía creativa” de San José, “el carpintero de Nazareth” (No. 13).
Desde 1967 he interactuado con el pueblo dominicano a todos los niveles. He visto mucha valentía en los sectores populares de este querido pueblo. Conozco campesinos que llevan sembrando las mismas tierras cultivadas por sus abuelos, siempre expuestos a una seca, a la caída de los precios y a las artimañas de intermediarios, dueños del transporte hacia los mercados. El alba los alumbra encorvados sobre surcos que pudieran recrear el álbum familiar de tres generaciones.
He visto niños de 9 años salir caminando por la Santa Rita en Los Guandules cuando todavía era de tierra, llevando solemnes y pausados una tabla de jalaítos de coco cada tarde y los vi cumplir 14 cargando la misma tabla. Y ni hablemos de las doñas, que lavan y planchan un bulto de ropa sucia, para luego doblarla con fina elegancia que ya quisieran en el Buckingham Palace. Después de restregar con puños firmes y honestos capaces de levantar un país, tienden al viento la ropa, como quien despliega las banderas que ondean guiando a sus hijas e hijos hacia la profesión que ellas nunca tuvieron. Este pueblo está vivo, porque es valiente y no llega más lejos, porque le faltan las oportunidades de ahorro, educación, vivienda, transporte, salud y trabajo bien remunerado. A ellas pudieran acceder si los sectores dirigentes tuviéramos una creatividad solidaria.
El pueblo no necesita dádivas, sino oportunidades de construir su futuro. La creatividad empleada para que los sectores medios puedan comprar un vehículo que agravará nuestro tránsito, debería de existir para que los sectores populares puedan ahorrar hacia una vivienda digna, en urbanizaciones bien comunicadas, con todas las facilidades que posibilitan una vida humana próspera.
¡Qué creativos han sido los dueños de las bancas de apuestas para sacarles los chelitos de los pobres! Entregan alucinados sus sudores para ser candidatos a millonarios.
Cada ventanita de banca es una boca que se traga los sudores del pueblo, ganados con valentía. Cada ventanita, una boca que grita nuestra creatividad tan cobarde para crear alternativas.
La valentía del pueblo se estrella contra sus límites. Frecuentemente, la creatividad de los dirigentes es interesada.