Nueva era de incertidumbre

Juan Temístocles Montás

En la edición del periódico El País del 24 de diciembre pasado se publicó un trabajo, firmado por Alicia González, titulado “Así será la economía mundial en 2024”. Comienza refiriendo que, en su último libro (“La crisis del capitalismo democrático”), Martin Wolf, principal comentarista económico del Financial Times, explica las dos razones por las que ha decidido ser un pesimista: en primer lugar porque, de esa forma, la mayoría de las sorpresas resultan agradables y, en segundo lugar, porque sus mayores errores se han producido por un exceso de optimismo, tanto en el comportamiento de las finanzas como por el de los electorados.

El planteamiento de Wolf cobra fuerza en un contexto internacional lleno de incertidumbre, con mucha volatilidad y con una agudización de los conflictos internacionales. En ese contexto resulta muy difícil hacer previsiones, aunque todos los organismos internacionales y los analistas económicos coinciden en que durante el año 2024 el crecimiento económico a nivel mundial será menor que el de 2023.

Un panorama, también pesimista y preocupante, es el que plantea Joseph Stiglitz, Premio Nobel de economía en 2001, en un reciente artículo publicado bajo el título de “Ansiedad americana”, en el que muestra su preocupación ante el hecho de que una probable revancha entre Joe Biden y Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024, conduzca a los Estados Unidos y el resto del mundo a un período peligroso. Stiglitz dice que antes de la conflagración de Gaza, esperaba un aterrizaje suave en Estados Unidos, pero tiempos más difíciles en el resto del mundo. “Ahora espero dificultades en todos lados, con mayores posibilidades de que Trump regrese a la Casa Blanca. El mundo puede estar entrando en su período más peligroso desde la década de 1930”.

¿A qué se refiere Stiglitz cuando habla de que el mundo puede estar entrando en su periodo más peligroso desde la década de 1930? Para saberlo es bueno recordar lo que ocurrió durante esa década.

Primeramente, hay que señalar que lo ocurrido durante la década de 1930 fue el producto del colapso de la bolsa de valores de Nueva York en 1929, lo que abrió la puerta a la Gran Depresión de los años 30. Las secuelas de ese colapso fueron brutales en lo económico, político y social en todo el mundo durante la década. La crisis se propagó rápidamente a nivel internacional, afectando a las economías, las sociedades y la política de numerosos países. Esas secuelas fueron profundas y duraderas, y dejaron un legado que influyó en la historia económica y social del siglo XX.

En el caso de Estados Unidos, su economía se redujo a una cuarta parte de su tamaño para el año 1932 y la producción industrial se redujo a la mitad y la agrícola descendió un 70%. El desempleo en Estados Unidos alcanzó niveles sin precedentes (25% en 1933), y millones de personas se vieron obligadas a enfrentar la pobreza y la falta de recursos básicos. En algunos países el desempleo alcanzó el 33%.

A nivel mundial, el comercio se redujo entre un 50 y un 66%. El proteccionismo económico se intensificó, y los países buscaron soluciones nacionales para enfrentar la crisis, lo que debilitó la cooperación internacional. El surgimiento y fortalecimiento del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania son en gran medida el producto de esa situación. La proliferación de dictaduras en América Latina durante la década de 1930 son también el resultado de esa crisis.

En cuanto a la República Dominicana, las exportaciones se redujeron de casi 24 millones de dólares en 1929 a cerca de 10 millones de dólares en 1933, lo que representó una caída de casi el 60% en ese corto periodo de tiempo. Los ingresos del país cayeron de más de 15 millones de dólares en 1929 a un poco más de 8 millones de dólares en 1933, lo que representó una caída de más del 45%.

Lo cierto es que la incertidumbre arropa al mundo y en ese contexto resulta difícil hacer previsiones. Apostemos a salir airosos de esta situación tan peligrosa.

Seguramente estamos entrados en una nueva Era de la Incertidumbre. John Kenneth Galbraith tendría certeza de ello.

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