Aberrante propósito

Ruddy L. González

Ese monumento de las luchas en favor de la libertad de prensa en el país y el continente, Germán E. Ornes, decía de forma recurrente en sus editoriales y los foros internacionales que la mejor ley de prensa es la que no se ha votado, porque cuando las mismas se impulsan, gobiernos y políticos lo que procuran es poner censuras y ejercer presiones sobre la información y/o opinión que se publican de manera cotidiana. La generalidad de los periodistas que nos formamos bajo ese predicamento seguimos luchando hoy contra esos enemigos de la prensa libre, de los que sienten temores de ser descubiertos en sus tropelías, de los que no pueden ‘llegarle’ a los que ejercen el periodismo y, que cuando no logran hacerlo con la tónica del narcotráfico: plata o plomo, entonces buscan acallarlos ‘legalmente’. Hoy, de manera increíble y desparpajada, un grupito de legisladores, en su mayoría oficialistas que se proclaman como respetuosos de la democracia, ha impulsado un proyecto sobre un alegado ‘respeto a la intimidad’, que no es otra forma, burda e indecente, de perseguir e imponer censura a los que ejercen las libertades de prensa y de expresión, consagradas en nuestra Constitución y la de la generalidad del mundo, como principio fundamental de los derechos ciudadanos. Las leyes establecen los procedimientos judiciales claros que puede ejercer cualquier ciudadano que se sienta difamado y/o injuriado. Por ello, pretender en estos tiempos establecer mecanismos aberrantes para censurar la libertad de prensa y de expresión, no podía tener otra reacción que el repudio generalizado de la sociedad, para pena y verguenza de un Senado digno de mejor suerte.

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