Alfabetización mediática: El plan mediático de la guerra

Por: Eduardo Caballero Ardila

Se desarrolla una guerra cruenta y con ella la necesidad de estar correctamente informado. El efecto de esa lamentable noticia en nuestras vidas es sin duda importante. No importa cuán lejos estemos físicamente del lugar donde sucede el conflicto.

Si algo está demostrando la reciente guerra entre Rusia y Ucrania, no solo es la desproporción bélica entre ambos países, sino la corrección de esa diferencia a través de medios que no son de lucha armada pero que tienen efectos tan desvastadores como las balas y las bombas. Me refiero no solo a las sanciones, sino muy especialmente a los efectos que la comunicación está teniendo en la opinión pública y en consecuencia en las decisiones que el mundo está tomando para proteger a quien se considera la nación vulnerada.

La comunicación pasa a tener un peso cada vez más relevante en los conflictos a nivel mundial. Hemos visto como las naciones se han solidarizado casi monolíticamente en contra de la guerra; esto ha sido posible, entre otras cosas, por el desarrollo tecnológico de las comunicaciones audiovisuales que ha permitido mensajes inmediatos y cada vez con menos filtros de esos que podían establecer otrora las grandes cadenas de comunicaciones.

Desde la Primera Guerra Mundial, los medios de comunicación ha jugado un papel relevante, sin embargo la multiplexación de medios y la comunicación de “muchos a muchos” que permiten las redes sociales, han servido de barrera protectora ante los intentos manipulatorios en situaciones como esta.

Una de las grandes diferencias con sucesos similares en el pasado, es la inmediatez. Gran parte del mundo moderno se enteró de la caída del Muro de Berlín con horas y hasta días de diferencia; esto es ahora distinto. Pasamos a ser espectadores en vivo de  cualquier evento que deseamos sin limitaciones de horario. Las imágenes de las redes sociales llegan con mayor prontitud y contundencia que las de las corporaciones mediáticas

El fenómeno de las comunicaciones de esta guerra se puede analizar desde dos puntos de vista; por un lado desde los intereses mediáticos de cada parte en conflicto y por la otra desde las acciones cada vez más frecuentes de los hackers en medio de esta situación. Es así como Anonymous, ese colectivo de hackers que desde el año 2003 ejecuta ataques informáticos contra gobiernos, corporaciones, instituciones y agencias gubernamentales, se atribuyeron recientes ofensivas digitales contra el gobierno ruso, llevando la guerra contra Ucrania al plano informático. Lo han hecho interviniendo canales de televisión como Russia Today u otras instituciones como la agencia espacial de Rusia, Roscosmos. Esta acción es un término al que le se conoce como hacktivismo.

En la otra acera se encuentra la veracidad y la confiabilidad de las informaciones que podemos consumir respecto a estos eventos. Es allí cuando cobra importancia la marca de quien difunde u opina. El tratamiento de este conflicto es una evaluación de lapso de los medios de comunicación. Los intentos de persuadir, influenciar y hasta manipular en medio de conflictos bélicos existen desde tiempos inmemoriales; desde los oradores griegos hasta los intentos mediáticos que distintas cadenas televisivas de lado y lado están haciendo en la búsqueda de apoyos mediáticos. Lo que ha podido cambiar es el conocimiento de sus efectos, las estrategias y hasta la tecnología para intentarlo.

José María Tortoza (2003) aborda este tema al opinar que “los conflictos, sean internos o externos, son exámenes duros a los que se somete a la prensa y de la que ella saca valiosas conclusiones, fortaleciendo la democracia cuando lo hace con rigor, valentía y profesionalismo. Si no lo hace de esa forma, la historia los recuerda como medios de propaganda al servicio de uno de los bandos con un grave daño en la credibilidad hacia la prensa en general y un nivel de subdesarrollo de la sociedad en torno a su prensa y hacia el valor de la información en circunstancias críticas”. Este mismo autor sugiere que “el problema entre conflicto y prensa, además de concernir al periodismo, muestra el subdesarrollo de las sociedades en cuanto a su prensa y el valor de la información en situaciones críticas”.

Es por eso que cobra especial relevancia verificar al emisor, entendiendo ese viejo refran popular que dice “la patada duele según el burro que la tira”. Es mandatorio que cada uno de nosotros verifiquemos nuestras fuentes de información antes de formarnos una opinión o incluso antes de replicarlas, entendiendo que a veces, cuando la manipulación coincide con mi opinión, la patada no siempre se percibe, pero si sus efectos.

Cada una de las partes del conflicto tienen laboratorios de información así como estrategias de opinión buscando capitalizar voluntades en relación a sus consideraciones. El mundo recuerda al  jerarca propagandista nazi  Joseph Goebbels, quien fuera Ministro para la Ilustración Pública y propaganda del Tercer Reich. Este siniestro personaje buscó el control político de la población de tres maneras: controlando el contenido de los mensajes que se emitían a través de los medios, motivando la producción cinematográfica para fines de propaganda política nazi, e incentivando la producción de más de un millón de aparatos radiofónicos, de manera que la población alemana recibiera los mensajes que este régimen pretendía implantar.

Es importante ser cautos mediáticamente y ser consumidores responsables de la información que aceptamos para tomar decisiones en nuestra vida, así como para compartir con nuestros relacionados. Es mucho más posible que nos manipulen desde nuestras creencias que desde nuestra desavenencias. Un mensaje edulcorado en nuestros sentimientos tiene mucha más posibilidades de manipularnos que otro que parte desde el rechazo. Es allí cuando cobra importancia la formación mediática en los planteles de la región latinoamericana.

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