Algunos muertos no duelen

J.C. Malone

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Nadie medianamente decente justifica o apoya que una ponderosa nación aplaste a una débil; la guerra sigue siendo una de las conductas más despreciables del alma humana. Todas las guerras son horribles, incluyendo la de Ucrania. El presidente ruso, Vladimir Putin, debe ser enjuiciado por crímenes de guerra. Pero no sólo él, otros gobernantes también. Los gobiernos Clinton-Gore, Bush-Cheney, Obama- Biden, mataron más de un millón de personas con sanciones económicas e invasiones y destruyeron el Medio Oriente y el Norte de África. Esas guerras y sanciones, apoyadas por la OTAN, desplazaron más de cinco millones de refugiados, y occidente les cerró las puertas. En Rusia hay protestas contra la guerra, pero cuando Bush marchó sobre Bagdad, 36 millones de personas tomaron las calles del mundo contra esa guerra, y nada pasó. Bush destruyó las ruinas de la Antigua Babilonia, impunemente. Actualmente hay una carnicería en Yemén, casi 400 mil muertos, pero la masacre la dirige Arabia Saudita, apoyada por occidente. Putin es el único “monstruo”. En 2015, las olas arrastraron el cadáver de Alan, un niño sirio de tres años. Se ahogó huyendo de la guerra; no hay estadísticas de los que se tragó el mar. Todos niños no fueron creados iguales; nos conmueven los niños ucranianos, los otros no. La exsecretaria de Estado, Madeline Albright, murió recientemente de 84 años y hablaron maravillas de ella. Albright justificó que sanciones económicas estadounidenses contra Irak mataran a más de medio millón de niños. Ese era “un precio que vale la pena pagar”, dijo la madre y abuela. Hillary Clinton, otra madre y abuela, pidió que devolvieran a los niños centroamericanos refugiados de la Guerra contra las Drogas, al mismo infierno del que huían. Aunque todos los muertos duelen, solo deben doler los muertos que le duelen a occidente, y nadie más. Donald Trump usó y Joe Biden usa el Título 42 de una ley de salud pública del 1944, para devolver refugiados centroamericanos, haitianos, el Norte de África y el Medio Oriente. Ahora cambiarán esa misma ley para poder recibir ucranianos. Debemos condenar a Rusia, apoyar a Ucrania y las políticas que nos discriminan para darle a los ucranianos privilegios que a nosotros nos niegan, eso es “democracia”.

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