Armonía familiar versus mujer

Tahira Vargas García

Recientemente se publicó en distintos medios de prensa escrita la noticia de que “23 diputados depositaron la propuesta en la Cámara de Diputados de la creación del Ministerio de la Familia con la fusión del Ministerio de la Mujer y el Ministerio de la Juventud y la derogación de las leyes que los establecen”.

La propuesta se sustenta en que “varios actores sociales y religiosos han exigido la creación del Ministerio de la Familia como una institución gubernamental encargada de fomentar la unidad familiar, regir y regular el conjunto de políticas publicas enfocadas en la familia como elemento natural y fundamental de la sociedad”.

La figura que ejerce el rol armonizador de la familia y de las comunidades son las mujeres. Estudios realizados desde 1998 (Vargas/Centro Montalvo 1998) a la fecha demuestran que son el enclave principal generador de procesos de; cultura de paz, cuidado, crianza, capital social, educación, salud y el sostén de las redes de solidaridad y apoyo. Esto se contrapone con su vulnerabilidad y riesgo permanente de violencia, maltrato, abuso sexual y exclusión.

La familia reproduce en su interior el ejercicio de poder autoritario y excluyente que existe en nuestra sociedad con el desconocimiento de los derechos de la niñez y adolescencia , el ejercicio de violencia de los hombres (cuando están presentes porque en muchos casos son una figura inestable y ausente) hacia las mujeres, maltrato infantil, abuso sexual, incesto, expulsión de las adolescentes del hogar, consumo de sustancias psicoactivas, explotación sexual, ausencia de dialogo y orientación por las barreras culturales entre personas adultas y adolescentes.

El enfrentamiento de estas problemáticas no se va a resolver con colocar a la familia por encima de la mujer y de la población joven. Al contrario, se necesita más inversión y fortalecimiento del Ministerio de la mujer para que pueda dar respuesta a la prevención de la violencia de género y apoyo-asistencia a las víctimas tanto de violencia como de casos de trata.

Se requiere mayor presupuesto y políticas articuladas entre el Ministerio de la Juventud, los Ayuntamientos y el Ministerio de Cultura para que el Estado le de respuesta a las necesidades de la juventud desde su desarrollo sociocultural y erradicar las condiciones de exclusión, discriminación y violencia que afecta a la población juvenil.

La violencia, la inseguridad ciudadana, el irrespeto, la intolerancia, señalados en las justificaciones de la creación de un Ministerio de Familia suponen procesos de cambio socioculturales que implican empoderamiento de las mujeres, la población joven, la niñez desde la conciencia de sus derechos y de transformación del machismo en un modelo de masculinidad dialogante, horizontal y equitativo.

Fuente Hoy

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