Cierre permanente de la frontera

 Julián Padilla

Todos los nacionales de cualquier país cuando visitan por cualquier razón a otro, deben utilizar los canales adecuados para obtener una visa de ese país, en el consulado que exista. Esto supone que esa persona cuenta con un pasaporte vigente, legalmente adquirido y que se corresponde con la persona que tiene la identificación, acta de nacimiento o de nacionalización correctas.

Evidentemente las buenas prácticas para las visas de inmigrantes, implican el abordaje de un avión o de un barco, que son los medios de transporte comúnmente utilizados para viajar de un país a otro. Al arribar al puerto de destino, la persona que hace el arribo, debe mostrar los documentos las autoridades de migración del país al que llega, quien se asegura que la persona que viaja está realizando un viaje legal a su país. Esto incluye hasta la realización de algunas preguntas que podría inquirir el personal de migración, como propósito del viaje, lugar de estadía entre otras preguntas típicas.

Lograr esto en cada país de destino no ha sido una problemática, pues los viajeros conocen de antemano y desde que compran el ticket de vuelo o de embarcación, cuáles son sus derechos y cuáles son sus deberes, así como también la forma correcta de viajar para estar en cumplimiento con las normas del país que visita y las normas internacionales que siempre se aplican en puertos y aeropuertos.

Asegurar estos procesos hacen que los países que reciben los turistas o viajeros, permiten mantener el control migratorio adecuado y hasta cierto punto asegurar que los viajeros retornen a sus países de origen en los tiempos adecuados, según las fechas indicadas en sus ticketes de viaje.

Las situaciones de seguridad se complicaron en sobre manera con los temas relacionados con atentados terroristas, sobre todo luego de lo ocurrido en New York con las torres gemelas.

Los aeropuertos del mundo redoblaron sus medidas de seguridad, para mitigar los riesgos de ataques terroristas, trasiego de armas y otras actividades propias del crimen organizado.

Este tema que para todo el mundo es común, así como la utilización de criterios con ciertos niveles de estandarización internacional en materia de seguridad, se ha hecho imposible de establecer en lo relacionado a la visita al país de nacionales haitianos.

Está claro que en ese país se ha querido vender la idea de que no cuentan con instituciones que supuestamente entreguen documentos de nacionalidad a sus hijos y de ahí cabria suponerse, que tampoco tendrían esos cientos de miles de indocumentados haitianos en el país, tampoco tendrían pasaportes.

Conociendo los demás temas relacionados con el gasto corriente que representa la presencia de varios millones de indocumentados fijos o en movimiento, nacionales de ese país, sería un gran alivio para la república dominicana el no tener que utilizar esa parte del presupuesto nacional para sostener esos niveles de servicios que muchas veces dejan de suministrarse en calidad y cantidad los verdaderos apátridas nuestros, los excluidos por la irresponsabilidad de la clase política y clase gobernante de siempre.

Mantener la frontera cerrada y lograr que nuestros empresarios realicen los ajustes competitivos de lugar, para reorientar esos ingresos que tenían cautivos en el mercado binacional, más que un problema que podría traerles la quiebra, una oportunidad para realmente exportar y mejorar los bienes y servicios que se fabrican en el país.

Si termina el tema del mercado binacional como efecto del cierre permanente de la frontera, seguro se mantendrán los contrabandos algo más controlados y disfrazados, y seguirán los bandidos uniformados haciendo y deshaciendo. Pero ya no estarán pululando cientos de miles indocumentados en nuestras ciudades y municipios y el gasto corriente se reduciría, dejando mas holgura en nuestras finanzas publicas o mejorando la calidad de los servicios en salud, educación y otros que se le brinda al pueblo dominicano y sus familias.

El tema fronterizo no es nuevo y se sabía que era cuestión de tiempo para que se llegara al punto de inflexión y que de forma permanente se cierre la frontera, se clausure el mercado binacional y se establezca y aseguren las normas migratorias con fines específicos de trabajo.

Sé que algunos intereses se verán afectados, pero también estoy convencido que cada país deberá buscar nuevos horizontes. Haití encontrará otros países y empresarios que le suministraran bienes y servicios y tal vez de mayor calidad y a mejores precios y la República Dominicana también lograra seguir avanzando en sus temas de competitividad e internacionalización de sus productos y servicios.

Creo que la raya de Pizarro debe quedar bien marcada a partir de este cierre fronterizo y que este punto de inflexión se mantenga sin chantajes y sin vuelta atrás.

El tema del canal será el único punto a discutir. Pero ya no se hablara más de vedas ni chantajes bilaterales, pues como dijo una vez el ex presidente Hipólito Mejía: la pava ya no pone donde ponía.

Evidentemente todos los cambios traen su resistencia y esta resistencia podría traer situaciones de violencia que deberá ser prevenida y controlada. En lugar de una canal vigía, el país necesita tener unas Fuerzas Armadas totalmente comprometidas no con el poder político, sino con la patria, la soberanía, honor de haber sido librados por los trinitarios y de haber recibido el ejemplo de nuestros próceres y restaurados por Gregorio Luyeron.

Que viva la República Dominicana y que finalmente termine esta pesadilla de una relación ya más que toxica , peligrosa con el pueblo hermano Haití, quien siempre podrán contar con el corazón de los buenos dominicanos para seguir siendo amigos y solidarios, pero con una línea de respeto incondicional que jamás deberá ser violada por ninguna de las partes.

Listín Diario

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