Crecimiento lento, tasas altas y volatilidad del dólar

Ramón Núñez Ramírez

La política monetaria ha enfrentado en los últimos cinco años el desafío de equilibrar dos objetivos a menudo contrapuestos: preservar la estabilidad de precios y sostener el crecimiento económico. El Banco Central ha cumplido con su función esencial, mantener la inflación bajo control y, salvo el conato de 2021 y 2022, provocado por el choque externo pospandemia y la política monetaria expansiva de entonces, la tasa de inflación se ha mantenido dentro del rango meta de las autoridades.

Es necesario distinguir las distintas fases de la política monetaria en este quinquenio. En 2020, ante el impacto de la pandemia, la Junta Monetaria aprobó un paquete de RD$215 mil millones que evitó un deterioro mayor del crédito, permitió reestructurar deudas y contuvo la morosidad. Aun así, la economía cerró con una contracción de -6.7%.

Gracias a ese estímulo y al impulso fiscal, el PIB rebotó 12.3% en 2021 y creció 4.9% en 2022, aunque el retiro gradual del estímulo y el alza de la Tasa de Política Monetaria (TPM) (3.5% en diciembre de 2021 a 8.5% en noviembre de 2022) frenaron la expansión para contener la inflación.

En junio de 2023, con la inflación ya en 4%, se inició otra fase expansiva por RD$205 mil millones y se redujo la TPM. Sin embargo, pese a esa relajación monetaria, la economía apenas creció 2.4% y la tasa activa promedio ponderada se mantuvo por encima del 15%.

Durante 2024, el impulso monetario logró acelerar temporalmente el crecimiento hacia el 5%, apoyado en nuevas liberaciones de fondos: RD$34 mil millones para el sector construcción y la no redención de RD$140 mil millones en certificados del Banco Central. Pero 2025 comenzó con una nueva desaceleración. En junio se liberaron RD$81 mil millones adicionales, sin que eso se tradujera en un repunte: el PIB apenas creció 2.2% enero-septiembre.

Entre 2004 y 2012 la depreciación promedio anual del peso fue de 3.6%, y de 4.5% entre 2012 y 2019. En 2020, con la pandemia, subió abruptamente a 10.1%. Lo novedoso este año ha sido la alta volatilidad: en marzo el dólar se cotizó a RD$63.43 (depreciación anual de 7.0%), luego se apreció a RD$59.02 en abril y volvió a subir hasta RD$63.38 en agosto. En septiembre bajó a RD$62.78, pero en la última semana el tipo de cambio en el mercado spot se ubica en RD$64.40.

Si se toma en cuenta el relato oficial de un ingreso récord de divisas y un sector externo sólido, la explicación de esa inestabilidad no parece ser económica sino de confianza: señales de fuga de capitales o conversión de portafolios hacia dólares dentro del propio sistema financiero. De hecho, los depósitos en moneda extranjera crecieron a septiembre 10.9%.

El Banco Central ha sido exitoso en su misión de contener la inflación, pero no ha logrado reducir de forma efectiva las tasas de interés, la TPM está en 5.5%, mientras la activa ronda el 14%, debido a la persistencia de tasas elevadas en los Estados. En solitario, sin apoyo de la política fiscal, el mecanismo de transmisión monetaria luce más lento.

A pesar de la abundante liquidez, los agregados monetarios a septiembre 2025 (M1, M2 y M3) crecen por encima del PIB nominal (10.8%, 12.2% y 13.3%) y la economía sigue sin despegar. El reto inmediato del Banco Central será restablecer la confianza y lograr que la liquidez se traduzca en inversión y crecimiento sostenido.

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