¿Y ahora qué?

Miguel Guerrero

El manejo de las aguas del Masacre ha provocado una crisis que podría conducir a un congelamiento de las relaciones bilaterales, sin precedentes desde la experiencia de 1963, que llevó al borde de una guerra con el vecino país.

Abinader convocó el lunes de esta semana una reunión de emergencia del Consejo Nacional de Seguridad. En ella, según lo anunciara él mismo, se acordó dar un plazo de 48 horas al gobierno haitiano para suspender los trabajos de un canal para el desvío de las aguas del Masacre, y se amenazó con un cierre aéreo, marítimo y terrestre de la frontera y otras medidas de excepción sobre el intercambio comercial fronterizo.

El plazo, equivalente a un ultimátum, venció, los trabajos del canal continúan y el presidente informó ayer mismo que a partir de las seis de la mañana de hoy viernes aplicaría las medidas anunciadas en el emplazamiento.

Como la Cancillería había anunciado el reinicio de las negociaciones para solucionar diplomáticamente el caso en la misma sede del Ministerio, cabe suponer que no se llegó a un entendimiento, acerca de las presuntas violaciones al tratado de 1929 que determinó el uso de esas aguas por Haití de ese río, que nace en el país y que apenas recorre 500 metros dentro de la vecina nación.

En medio de este diferendo, se recuerda que a finales de mayo del 2021, la Cancillería dominicana había acordado con su par haitiano que el uso de ese río no constituía una violación del tratado del 1929. La oposición dice que las medidas del Gobierno persiguen revertir la desconfianza que su política migratoria ha venido creando, con grises presagios para su decisión de presentarse a una reelección que tanto condenó en campaña.

Mientras se aguarda por la llegada de fuerzas multinacionales para pacificar a Haití y las relaciones bilaterales podrían quedar ahogadas en las quietas aguas de un Masacre que puede cruzarse a pie,
cabe preguntar ¿y ahora qué?

El Caribe

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