Crisis migratoria y pandemia

Sergio Sarita Valdez

Mentes pesimistas, aunque no siempre erradas serían las autoras de este par de refranes: “Al dedo malo todo se le pega”, “Lo malo siempre atrae lo peor”.

Ambos adagios acuden a mi mente en estos tiempos de pandemia de la covid-19 cuando precisamente contemplamos un inusitado flujo migratorio hacia Europa, igualmente desde África, Haití y Centroamérica hacia los Estados Unidos.

En el caso particular de nuestro continente vemos las caravanas de miles de personas mayormente jóvenes, mujeres y menores de edad moviéndose a pie y luego detenidos en territorio mexicano sin que logren cruzar con éxito las aguas del río Grande para luego asilarse en suelo estadounidense.

Debido al predominio de ciudadanos haitianos en la ola migratoria atrapada en la tierra de Benito Juárez, el Gobierno azteca ha establecido los contactos de lugar con los efímeros y débiles representantes del Estado de Haití, sin que se vislumbre un retorno viable y efectivo a corto plazo, motivada por la preocupante situación de violencia que impera en la patria de Toussaint, Petión y de Dessalines.

Todo ello termina repercutiendo negativamente en la República Dominicana, tanto en el orden social y sanitario, como en materia económica. Nuestro país comparte la isla con la agobiada vecina nación, separándonos el río Masacre y una débil línea fronteriza.

Los ciudadanos haitianos que albergamos tienen una baja tasa de vacunación contra la covid-19, lo que se traduce en una mayor morbilidad y mortalidad tanto para ellos como para los contactos nacionales.

Para colmo del infortunio, otro pico en la incidencia de casos positivos del coronavirus se registra en el país, cuando aún no hemos logrado el porcentaje ideal para sentirnos más protegidos contra la enfermedad.

Por otro lado, la presión que ejerce la mano de obra extranjera barata sobre la criolla pone a la contraparte dominicana en seria desventaja. Los trabajadores agrícolas y los obreros de la construcción provienen mayormente del occidente de la isla.

Tan grave se percibe la situación de desasosiego y de violencia social en la República de Haití que el jefe de Estado dominicano ha recomendado a sus conciudadanos abstenerse de visitar el territorio de la antigua colonia francesa.

Cuando en México se contabilizan en millares los emigrantes haitianos, nosotros debiéramos estimarlos en millones.
No se siente aún el alivio que generaría una oportuna intervención generosa humanitaria de las grandes potencias.

El combate a la pandemia y la lucha por recuperar nuestra debilitada economía no nos permiten cargar sobre los maltratados hombros la presente crisis haitiana.

Hay predominio de haitianos en la ola migratoria atrapada en México

La tasa de vacunación de los haitianos que albergamos es baja

Obreros agrícolas y de la construcción mayormente provienen de Haití

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