Desde el encierro eclesial a la desnudez en las playas

Fabio Herrera Miniño.

Han transcurrido unos 60 años desde la última vez que la sociedad dominicana en su conjunto observaba devotamente las solemnidades de los días santos en que hasta los jóvenes mas rebeldes observaban una conducta de acuerdo al recogimiento de la temporada santa de estos días.

Muy atrás han quedado los días que ni si quiera se tocaba una tambora. Tan solo las matracas de las iglesias se hacían oír para mantener una llamada a los fieles de los cultos que se iniciarían dentro de poco.

Este recogimiento terminó con la apertura del país a los vientos liberales de sociedades más desarrolladas y opulentas que contagiaban a la atrasada y mojigata sociedad dominicana para darle gusto al cuerpo y disfrute de playas, ríos y montañas que eran el gran atractivo para el gozo de unos pocos días de asueto.

Todavía quedan sectores muy devotos y apegados a las tradiciones cristianas milenarias. Pero cada vez los templos cristianos no atraen a las muchedumbres de fieles que las nuevas generaciones prefieren irse a las playas, ríos o montañas, hasta visitar museos o quedarse leyendo en la tranquilidad de sus hogares alguna novedad literaria de renombre.

Nuestras hermosas playas cada vez acondicionadas y atractivas para el disfrute con las novedades de los lugares para pernoctar, comer o para bailar se convierten en el complemento del disfrute de los baños de mar en esas playas de arena blanca tan abundantes en nuestros litorales con excepción de las playas de arena negra como la de Palmar de Ocoa. Los atrevidos trajes de baño femeninos ya dejan poco a la imaginación son el deleite masculino que con tanta visión insinuante hacen que la libido se desoriente y pierda el interés cuando se trata de un ambiente tan amplio de una playa.

En estos días de recogimiento cristiano la Justicia dominicana y la norteamericana se han ocupado que la santidad se diluya con casos más atractivos de enjuiciamiento a personajes con nombres más sonoros que ya una vez gravitaron en la política mundial en donde el fantasma de la corrupción arropó a los protagonistas. Se destruyen de esa manera sus reputaciones bien ganadas en sus actividades comerciales privadas para ahora verse empañadas por acciones dolosas de gran sonoridad.

Los juicios de los sonados casos de personajes dominicanos, juzgados por sus malas notas en la administración de la cosa pública, arropan la notoriedad de lo que celebra la Iglesia en el día de hoy. Hoy jueves es que se nota un breve periodo de descanso para volver de nuevo con más bríos la próxima semana a seguir hurgando en los casos de exfuncionarios que no hicieron lo correcto en sus gestiones administrativas del Estado.

El recogimiento de estos días es cosa del pasado. Es una actividad de frenesí loco con las gentes buscando la forma de salir de sus hábitat normales para disfrutar tan solo de unos dos días de descanso. Los dominicanos no podemos sustraernos a nuestro entorno cívico, ya que los responsables de la Justicia, con su variada fauna de la alta gama de moluscos y crustáceos, se ha ocupado de suministrar informaciones, evidencias y atrapamientos de acusados que estimulan el morbo y en la expectativa de quiénes serán los próximos apresados.

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