Desesperanza, vs crisis existencial, dos  actores determinantes en el incremento de la violencia casi mundial.

Por Lina  Paulino

Periodista y psicóloga clínica .

Hoy en día, el mundo se encuentra alarmado por el alto índice de criminalidad, violencia, actos delincuenciales, que ya no es solo exclusivo de una región determinada, ni una etnia, ni un grupo social en particular, sino que aun en sociedades  civilizadas se observan actos que llaman la atención debido al impacto emocional que causan y que nos hace preguntar, ¿qué está pasando en el mundo?.

Pareciera, que el hombre considerado como único de su especie con capacidad de razonar y pensar de una manera lógica y objetiva, cuya conducta puede ser modificada, y adaptada al medio ambiente, se ha convertido en un ser instintivamente incontrolable e irracional, que como si se tratara del  mismo demonio, ¨anda como león rugiente buscando a quien devorar¨.

No obstante, quiero hacer este análisis desde un punto de vista perceptivo, de América Latina y en forma Particular de la Republica Dominicana.

En tal sentido y debido a que toda la culpa en la actualidad se le atribuye en su mayor proporción a la pandemia que recién ha ido superando el mundo, considero que es solo otro engaño más, que nos hacemos nosotros mismos como forma de justificar conductas Arraigadas en un deterioro que supera las barreras de los dos años

Puedo decir al respecto que la pandemia solo  despertó un  monstruo que estaba siendo fecundando desde veintenas de años,  en el seno de la sociedad, marcada emocionalmente, por la desesperanza, la impotencia, el engaño, los abusos, las desigualdades, las injusticias, sumando a un deterioro progresivo de los valores éticos, y morales que deben regir cualquier grupo social.

Todos estos factores discriminativos, han generado una lucha de supervivencia, violentamente obstinada,  sin aprecio a lo humano sino a lo material,  generando así, un vacío existencial, que no encuentra apego a ninguna razón de convivencia.

La Republica Dominicana, es un reflejo de este deterioro, enlutado por el engaño, el abuso de poder, y el restriegue constante de que, el que más tiene más puede, evidenciándose esto último además en los hogares, donde se ha desatado de igual forma una lucha interna de padres contra hijos, e hijos contra padres.

La verdad es, que hemos defendido tanto nuestros derechos particulares, que hemos olvidados nuestros deberes como ente social y humano, con reglas y normas preestablecidas que deben ser respetada.

Es lamentable decir que estamos acéfalos, de equidad, y de ejemplos morales, de autoridades dignas e integras, empezando desde la familia, hasta los agentes de autoridad en todas sus dimensiones, lo que ha dado al traste con el estallido de un cerebro reprimido, defraudado, y vulnerable ante la inclemencia de una sociedad corrompida y alienante.

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