El bosque de Restauración en amenaza total
Altagracia Paulino
Hay quienes afirman que las cosas ocurren por alguna razón y que no todo es absolutamente bueno ni malo; los optimistas optan por “sacarle lo bueno a lo malo”. Este razonamiento es pertinente porque, tras la disputa por las aguas binacionales del río Masacre, la geografía de la zona ha suscitado gran interés.
En las exploraciones de periodistas de diferentes medios, me ha llamado poderosamente la atención el municipio de Restauración, al cual visité siendo reportera de Radio Mil en la campaña electoral de 1985. Era un fin de semana de abril, donde se disputaban el poder Jacobo Majluta por el PRD y el expresidente Balaguer. En ese momento, el presidente era el doctor Salvador Jorge Blanco.
Me asignaron ir como reportera y recorrí toda la región Noroeste. Los reporteros íbamos en un vehículo de la campaña detrás del vehículo del candidato, quien tenía problemas visuales y uno de sus lazarillos le describía las zonas por donde pasábamos.
En la provincia de Dajabón, visitamos el municipio, pasamos por Loma de Cabrera y de ahí a Restauración. En el camino a Restauración, el expresidente Balaguer preguntó por la flora de la zona y mencionó que en sus Gobiernos anteriores había puesto especial atención a la reforestación, ya que el bosque había sido talado para la producción de madera. Todo el camino estaba arbolado; era un placer ver la vegetación. Al llegar al lugar preparado para su discurso, habló sobre la importancia de mantener el bosque para evitar la situación del país vecino.
Revivo esta historia porque vi un reportaje en el que, justo en Restauración, están señalados los puntos de las exploraciones mineras que la compañía Unigold ha realizado. Es decir, todo el esfuerzo de hace más de 40 años para reforestar la zona podría ser en vano, ya que están demarcando el territorio donde se concedió una mina en 2002 y se retomó en 2021.
Si se concesionan todas las minas de oro del país, es probable que seamos el proveedor de oro para satisfacer la vanidad mundial, pero ahí terminaría la vida en la isla. El oro es el mayor consumidor de agua; para que tengan una idea, la Barrick de Pueblo Viejo consume en promedio entre 2500 y 3000 metros cúbicos de agua por hora.
La región Noroeste no tiene abundante agua, por lo que es un recurso que debemos preservar para garantizar la sostenibilidad de la vida. La administración del Estado debe evaluar detenidamente y tomar decisiones consensuadas sobre las extracciones de oro y el agua.
Se habla de gobernanza y capitalización del agua, pero no del derecho humano al agua como garante de otros derechos fundamentales. El agua vale más que el oro. Si desde la administración no se valora el recurso y se prioriza como bien económico antes que, como derecho, se evidencia un conflicto de intereses significativo.
Es esencial cambiar la gestión del agua, administrarla como el bien público que es y nunca enajenarla como se vislumbra. Se ha desacreditado al Estado como administrador, pero solo el Estado puede garantizar derechos, no los inversionistas que ven en el agua una nueva fuente de enriquecimiento, asignándole el valor del mercado a un bien renovable que la naturaleza nos brinda generosamente.
Hoy