El Sermón de las Siete Palabras: Un reflejo de la realidad dominicana

Santo Domingo, 29 de marzo – En un acto de profunda reflexión y compromiso social, la Catedral Primada de América en Santo Domingo se convirtió este Viernes Santo en el escenario donde el Sermón de las Siete Palabras no solo recordó las últimas expresiones de Jesús en la cruz, sino que también sirvió de puente para abordar con seriedad las diversas realidades que hoy día atraviesa la República Dominicana.

En un contexto donde la ausencia de funcionarios del Estado fue notable, sacerdotes y religiosas tomaron la palabra para interpelar sobre temas cruciales que afectan a la sociedad dominicana, entre ellos, la economía, la política, la situación social, religiosa y cultural. Asuntos como el perdón, la injusticia hacia los migrantes, el sistema de justicia, la Seguridad Social, la posición de la Iglesia, el rol de la mujer, la corrupción política, la indiferencia ante el deterioro de la salud mental, el costo de la vida y la crisis de Haití, fueron el centro de los discursos.

«PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN»

La primera de las palabras, pronunciada por el padre Keiter de Jesús Luciano Alcántara de la Parroquia San Juan Bautista, de Mata San Juan, Villa Mella, resonó como un llamado al perdón y a la reflexión sobre la pérdida de la fraternidad entre los «hermanos». Su mensaje trascendió la dimensión religiosa para criticar la superficialidad de las interacciones en las plataformas digitales, que a menudo olvidan la importancia del encuentro cara a cara y la verdadera esencia de la misión y el servicio.

En una condena velada a la indiferencia y complicidad frente a los problemas sociales, Luciano Alcántara lamentó la tendencia a ignorar deliberadamente los problemas, a cerrar los ojos y oídos ante las realidades dolorosas, y a justificar la pasividad con excusas. Su crítica no se detuvo allí; también hizo un llamado a una nueva legislación en materia de seguridad social y pidió perdón por las injusticias cometidas contra los migrantes, subrayando cómo estas acciones contradicen la identidad cristiana del pueblo dominicano.

Este Sermón de las Siete Palabras, más que una ceremonia religiosa, se convirtió en un espejo de la sociedad dominicana, reflejando sus luces y sombras, sus desafíos y esperanzas. Fue un recordatorio de que, más allá de la fe, existe un compromiso comunitario y social que invita a la acción consciente y al cambio. En las palabras finales de Jesús, los religiosos encontraron el vehículo perfecto para interpelar a una sociedad en busca de dirección, justicia y compasión.

“Padre, Perdónanos, porque aun sabiendo que necesitamos una nueva ley de seguridad social, preferimos entretenernos en proyectos de leyes que sirven para el show mediático y hacer graciosos a quienes las promueven. Perdónanos porque conociendo los maltratos e injusticia frente a los migrantes, preferimos hacer silencio, o peor aún hacernos cómplices, los cual desdice mucho de nuestra identidad de pueblo cristiano, tan orgullosamente exhibida en los meses patrios o posteada en redes sociales y guardas al momento de ser aplicadas en situaciones concretas”, sostuvo.

De igual forma, pidieron perdón por el sistema de justicia, que “garantista de quienes pueden pagar y excluyente de los pobres”, aludiendo que para quienes cometen “crímenes callejeros”, se pide mano dura, sin embargo, para los que pecan por “crímenes de salón”, se es más flexible.

“HOY MISMO ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”

La declaración del padre Gregorio Santana no solo citó las escrituras, sino que también sirvió como una condena al estado de los centros penitenciarios de la República Dominicana, describiéndolos como lugares donde la dignidad humana se ve pisoteada diariamente. Según sus palabras, los reclusos enfrentan extorsiones constantes, pagando por necesidades básicas como el uso del baño y un lugar para dormir. Esta situación, lejos de ser una rehabilitación, se asemeja más a un tormento, transformando las prisiones en lo que él denominó «cementerios de hombres vivos», citando la conocida canción del Grupo Niche.

La crítica del sacerdote no se limitó al sistema carcelario; también abordó el panorama económico, moral y espiritual del país. A pesar de haber experimentado un crecimiento económico en las últimas cinco décadas, Santana lamentó que este avance no se haya traducido en mejoras morales o espirituales, indicando un estancamiento e incluso retroceso en estos aspectos vitales de la sociedad.

El Sistema de Seguridad Social también fue objeto de su reprobación, calificándolo de estafa abierta con complicidad estatal. El padre Santana denunció la manipulación de los derechos sociales por parte de grupos económicos, interesados únicamente en el beneficio financiero, dejando de lado el bienestar de la población. La realidad del sistema de salud, que debería garantizar el acceso a servicios médicos y farmacéuticos, fue descrita como un robo, perpetuando las deficiencias de hace décadas.

Finalmente, la educación no escapó a su crítica. Describiéndola como deficiente, costosa e inestable, el padre Santana vinculó los problemas educativos con las grandes dificultades que enfrenta la sociedad dominicana. Esta reflexión sobre la segunda palabra del Sermón de las Siete Palabras pone de relieve no solo las preocupaciones espirituales, sino también los desafíos terrenales y estructurales que urgen de atención y reforma en la República Dominicana.

En una conmovedora reflexión llevada a cabo este Viernes Santo, la tercera palabra del Sermón de las Siete Palabras, «He aquí a tu hijo; he aquí tu madre», extraída del evangelio de Juan, fue el punto de partida para un profundo mensaje dirigido a las mujeres dominicanas. Pronunciada por el sacerdote franciscano Fray José Guerrero, la palabra se convirtió en un llamado a la acción y al empoderamiento femenino en la República Dominicana.

“HE AQUÍ A TU HIJO; HE AQUÍ TU MADRE”

Fray José Guerrero, destacando la figura de María como modelo a seguir, instó a las mujeres dominicanas a emprender una revolución espiritual que contribuya a erradicar las desigualdades que aún persisten en la sociedad. Este llamado no solo se enfocó en la importancia de la espiritualidad en la lucha contra la injusticia, sino también en la urgencia de transformar una realidad marcada por el odio, la violencia, y la degradación ambiental.

«Es momento de despertar», afirmó el religioso, animando a las mujeres a conectarse con su esencia divina y seguir el ejemplo de María, iniciando así una transformación que promueva la paz, la verdad, el amor y la solidaridad a nivel global. El mensaje de Fray Guerrero es un recordatorio del poder que reside en la espiritualidad y la acción colectiva para cambiar el curso de la historia.

Además, el sacerdote aprovechó la ocasión para tender un puente hacia la comunidad evangélica, invitándola a redescubrir y valorar la figura de María en su espiritualidad. A través de este gesto, buscó subrayar la importancia de la unidad entre las diferentes tradiciones cristianas en tiempos de globalización, destacando que este momento histórico requiere de la colaboración y el entendimiento mutuo entre todas las expresiones de fe.

La reflexión sobre esta tercera palabra no solo reafirmó la relevancia de la figura materna en la espiritualidad y la sociedad, sino que también sirvió como un poderoso llamado a la inclusión, la empatía y el trabajo conjunto hacia un futuro más justo y armónico para la República Dominicana y el mundo. Este Sermón de las Siete Palabras, en su esencia, va más allá de lo religioso para convertirse en un espejo de las luchas, esperanzas y desafíos de una sociedad en constante búsqueda de su mejor versión.

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