La Iglesia Católica eleva su voz contra la delincuencia y la corrupción política»

Santo Domingo, 29 marzo – En una poderosa manifestación de compromiso social y espiritual, la Iglesia Católica, a través de las palabras pronunciadas en el Sermón de las Siete Palabras, no dudó en alzar su voz contra dos de los males que más agobian a la sociedad dominicana: la delincuencia y la corrupción política. En un acto llevado a cabo en la Catedral Primada de América en Santo Domingo, Sor Trinidad Ayala reflexionó sobre la cuarta palabra, «Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?», extraída del evangelio de Mateo, para criticar duramente a aquellos políticos que se benefician del erario público y a un sistema de salud excluyente.

“DIOS MÍO, DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”

La reflexión de Sor Trinidad Ayala no solo resonó como un eco de desesperación frente a la aparente indiferencia divina, sino que también sirvió como una condena explícita a los políticos corruptos. Estos, según sus palabras, se enriquecen a costa de los recursos del pueblo, ofreciendo cada cuatro años promesas vacías de cambio que nunca llegan a materializarse. Esta práctica, perpetuada en el tiempo, ha generado un ciclo de desesperanza y desconfianza en la población.

Además, la predicadora no se abstuvo de señalar las deficiencias de un sistema de salud que excluye a los más vulnerables, impidiéndoles acceder a tratamientos médicos y medicamentos, especialmente aquellos de alto costo. Esta situación agrava aún más las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos de la sociedad, quienes luchan diariamente por sobrevivir ante el alto costo de la vida y la falta de oportunidades de empleo.

Ante los políticos corruptos que solo se enriquecen con los bienes del pueblo y cada cuatro años nos venden esperanzas de cambios; los cuales se quedan en promesas. ‘¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?’”, expresó.

Otra de las peticiones fue por las personas desempleadas y el alto costo de la canasta familiar “haciendo que la masa pobre tenga que hacer malabares para salir a flote mes tras mes”.

En una nueva instancia del Sermón de las Siete Palabras, la Iglesia Católica, a través de la voz del diácono Ángel Cano Sención de la Parroquia San José de Calasanz, hizo un llamado a la solidaridad y la valentía ante los retos que enfrenta la sociedad, especialmente en el contexto de la crisis en la vecina República de Haití. Esta reflexión se enmarcó en la quinta palabra «Tengo Sed», tomada del evangelio de Juan, y abarcó temas de trascendencia regional e internacional, la educación y la política.

“TENGO SED”

El diácono Sención enfatizó la necesidad de una respuesta solidaria y valiente que respete la libertad y soberanía de las naciones, en un momento en que las ambiciones y tensiones mundiales reconfiguran la geopolítica. La situación de Haití se destacó como un ejemplo de las consecuencias que pueden derivarse de la falta de solidaridad y la interferencia en los asuntos internos de los países, lo que lleva a situaciones de desgarre social y político.

Esta quinta palabra se convirtió en un vehículo para discutir los desafíos que enfrenta la sociedad dominicana y más allá, identificando una «sed» colectiva por políticas más justas e inclusivas, y por un sistema que refleje los principios de la constitución y los derechos humanos. La crítica se extendió a la exposición de los niños a «ambientes de placer» y agendas internacionales que socavan los valores familiares, junto con un llamado a mejorar un sistema educativo considerado deficiente.

El diácono Sención habló de la sed de la sociedad por un cambio hacia estructuras más equitativas, el compromiso con el bien común, y la promoción de valores humanos y la defensa de la vida y la familia. Destacó la importancia de que la acción social y política se alinee con valores éticos y morales, reflejando un verdadero compromiso y vocación de servicio.

La Iglesia Católica, en otra reflexión profunda y movilizadora, se dirigió a toda la sociedad dominicana, desde la familia hasta los más altos cargos políticos, con la sexta palabra del Sermón de las Siete Palabras: «Todo está consumado», extraída del evangelio de Juan. Esta reflexión, llevada a cabo por el diácono Blas Bonilla Morfe de la Parroquia Inmaculada Concepción, se convierte en un llamado a la introspección sobre las contribuciones individuales y colectivas a los problemas que enfrenta la nación.

“TODO ESTÁ CONSUMADO”

En esta fase del Sermón, el diácono Morfe interpeló directamente a diversos sectores de la sociedad con preguntas retóricas diseñadas para incitar a una reflexión sobre el cumplimiento de sus misiones y responsabilidades. Desde padres de familia hasta profesionales, y desde clérigos hasta políticos y el presidente de la República, nadie quedó exento de la convocatoria a examinar si realmente han logrado sus objetivos y cumplido con su deber ante Jesús y la sociedad.

Esta palabra se presenta como un momento de catarsis colectiva, invitando a cada individuo a considerar su papel en la lucha contra las adversidades que azotan al país, como la pobreza, el hambre, la enfermedad y el abandono. Morfe subrayó la necesidad de una «profunda conversión» que debe comenzar en el corazón, curando las heridas propias y las de aquellos que sufren diariamente en la sociedad dominicana.

El mensaje del diácono va más allá de la crítica; es un llamado a la acción y al cambio. Pregunta retóricamente a cada sector de la sociedad si pueden declarar con confianza que han cumplido su misión, implicando que aún queda mucho por hacer para abordar efectivamente los problemas de la nación.

“Tú, Padre y madre de familia, ¿pueden decir a Jesús misión cumplida? Tú, profesional, en tu labor diaria, ¿pueden decir a Jesús, misión cumplida? Tú, obispo, sacerdote y diáconos ¿pueden decir a Jesús, misión cumplida? Tú, empleado público, ministros del gobierno, militares, senadores y diputados ¿pueden decir a Jesús, misión cumplida? Señor presidente de nuestro país, usted puede decir a Jesús ¿misión cumplida?”, cuestionó.

Señaló que se debe tener conciencia de que hay que vivir una profunda conversión y hay que comenzar a curar en el corazón las llagas y las heridas mismas de Jesús además, las de tantos que a diario sufren de hambre, desesperación, opresión, abandono, tristeza, pobreza, enfermedad y otros sufrimientos.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

Durante la proclamación de la séptima y última palabra del Sermón de las Siete Palabras, «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», tomada del evangelio de Lucas, la Iglesia Católica se dirigió a Dios con peticiones por las víctimas de recientes tragedias y por diversos aspectos sociales y políticos que afectan a la República Dominicana y al mundo. La reflexión fue llevada a cabo por Ángela López, una laica comprometida y miembro de la Comisión de Prevención de abuso sexual de menores.

En este momento del sermón, se mencionaron específicamente los incendios ocurridos en el carnaval de Salcedo y en la Penitenciaria Nacional de La Victoria, a principios de marzo, solicitando oraciones por las víctimas de estos sucesos. Además, López extendió las peticiones a temas de amplio espectro como la inseguridad ciudadana, la crisis climática, el abuso sexual contra menores, el maltrato y asesinato de mujeres, las próximas elecciones del 19 de mayo, y la práctica y percepción equivocada de la política en el país.

Ella criticó a los «mercaderes de la política» que prometen un paraíso irreal y cuestionó a aquellos que pretenden hacer creer que ya se vive en él. Además, se hizo eco de las preocupaciones globales, intercediendo por los países en guerra y tanto por la Iglesia Universal como por la Iglesia dominicana.

López también abordó el tema del cambio climático y el aumento del deterioro de la salud mental tanto a nivel global como en la República Dominicana, señalando que un 4.7% de la población dominicana sufre de depresión y un 5.7% de trastornos de ansiedad.

Este segmento del Sermón de las Siete Palabras destacó por su enfoque en interceder y reflexionar sobre una variedad de temas que afectan profundamente a la sociedad dominicana y al mundo, abarcando desde tragedias específicas hasta problemas sociales y políticos más amplios.

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